Bruselas ha recibido 300 chivatazos en los últimos 10 años
Los soplos han provocado pagos de hasta mil millones de euros
El número de teléfono más tentador para la élite empresarial europea parece ser el +32 2 298 41 90 (y 91). Ofrece confidencialidad, una atención esmerada y un premio millonario para las llamadas más jugosas.
Al otro lado de la línea, en Bruselas, el personal de la dirección General de Competencia de la CE espera impaciente, de nueve de la mañana a cinco de la tarde en días laborables, la llamada de alguna empresa involucrada en un cartel que quiera zafarse de una multa millonaria.
Si después de cambiar impresiones con los funcionarios de la comisaria de Competencia qur dirige Neelie Kroes, se decide a colaborar, la empresa debe enviar un fax pidiendo clemencia al +32 2 299 45 85.
Esa será la prueba del momento exacto en que han presentado su solicitud. Un dato importante porque tras el primer chivatazo, el resto de cómplices suele dirigirse a la CE para ofrecerse a colaborar.
Pero sólo el primero, obtiene la inmunidad absoluta ante futuras sanciones administrativas. El resto, en función de la calidad de las pruebas que aporten, quizá consigan beneficiarse de una reducción de la multa.
El sistema funciona desde 1996 y se perfeccionó en 2002 y 2006. Y parece que da resultado. En los últimos 10 años, Bruselas ha recibido casi 300 chivatazos, 180 de los cuales aspiraban a beneficiarse de la inmunidad total. Entre la reforma de 2002 y la de 2006, la CE concedió la solicitud de clemencia en 51 ocasiones.
No siempre, sin embargo, el chivato sale indemne. En 2005, por ejemplo, la CE multó con 30 millones de euros al productor de tabaco italiano Deltafina a pesar de que tres años antes había alertado sobre la existencia de un cartel en ese sector.
La agenda jugó una mala pasada a los ejecutivos de la compañía delatora: tuvieron que acudir a una reunión del cartel poco después del soplo. Por supuesto, los cómplices se percataron de la jugada y los funcionarios comunitarios apenas encontraron pocos documentos comprometedores cuando registraron por sorpresa sus dependencias. La CE, frustrada, retiró la inmunidad a Deltafina.
Otras empresas, en cambio, pueden presumir de una ágil cintura para sortear las sanciones de la CE. La farmacéutica Aventis se ha beneficiado al menos dos veces de la inmunidad. Y sus denuncias han permitido a Bruselas imponer sanciones en el sector farmacéutico por un total de casi 1.000 millones de euros.
La petrolera British Petroleum también ha recurrido un par de veces a la línea caliente del teléfono de la CE. Los soplos de BP le costaron el año pasado 83 millones de euros a Cepsa y 80 millones a Repsol.