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Suspendido cinco días de empleo y sueldo

Hay historias que te devuelven a la época de la revolución industrial o del ordeno y mando que imperaba hace unos cuantos años en el empresariado español. Todo esto parecía que había cambiado. Resulta que no, que a los jefes les molesta que les sigan llevando la contraria o contradiciendo sus opiniones.

La historia que voy a relatar acaba de sucederle a un amigo mío, del que no ofreceré ninguna pista para no perjudicarle, más de lo que creo que está en estos momentos. Trabaja en una empresa de las que abanderan cierta modernidad. El consejero delegado es una persona joven, y su director, al que conozco personalmente, se considera moderno e intelectual. Pues bien, en una reunión de equipo, advierto que sólo conozco una parte de los hechos, a mi amigo se le ocurrió llevarle la contraria en sus opiniones a su director y sugerirle una nueva forma de encauzar los temas. Consideró que era el cauce normal, para eso se convocan las reuniones, para poner de manifiesto las observaciones de todos. En ese momento, se hizo el silencio.

Una vez finalizada la reunión, todo el mundo volvió a sus puestos y no sucedió nada más. Durante varios días, mi amigo y su jefe mantuvieron una relación distante. Se encontraban en el pasillo o en el ascensor, pero no manifestaban ningún tipo de euforia. Era evidente que a su jefe le habían molestado los comentarios realizados en público, y se lo tenía en cuenta, pero mi amigo nunca pudo sospechar el capítulo siguiente.

¿Quién no se ha molestado nunca con su jefe inmediato o viceversa, que superior no se ha enfadado con su subordinado? Son las reglas del juego laboral y en la diversidad de opiniones está la esencia de la vida, y el trabajo forma parte de ella. Así he actuado siempre, y por suerte creo que nunca he encontrado en mi camino a un director que me castigara por mi forma de pensar. Mi amigo no fue tan afortunado, y eso que es un tipo tranquilo, acostumbrado a templar siempre. A los cuatro días de aquel suceso, le notificaron vía departamento de recursos humanos que estaba suspendido de empleo y sueldo durante cinco días. No se lo podía creer. Que, hoy día, cuando el discurso de la mayoría de los directivos y empresarios españoles y de casi todo el mundo, apunta al diálogo y al trabajo en equipo para tener empresas competitivas, no se entiende esta reacción desproporcionada. ¿O es todo pura teoría?

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