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Tabaquera

Los 'fortuna' y los 'gauloises' dicen adiós a la Bolsa

Altadis abandona el mercado tras la opa de Imperial Tobacco

En ocasiones el tabaco se ha rodeado de un aura romántica, en gran parte gracias a la influencia cinematográfica y a las estrellas del celuloide que obviaban las consecuencias de su consumo. La conversión de los antiguos monopolios estatales en corporaciones multinacionales dejó atrás hace tiempo ese halo de celebridad, aunque la despedida de Altadis de las Bolsas españolas ha recuperado parte de la nostalgia de épocas pasadas.

La tabacalera hispano-gala pasó a manos británicas hace semanas y sus centros de decisión ya han migrado desde Madrid y París hasta la sede en Bristol de Imperial Tobacco. Pero ésta ha sido la semana en la que Altadis ha dicho adiós a su cotización en los mercados bursátiles españoles. Imperial Tobacco ha pagado 50 euros por cada acción de su competidora, de la que controla el 95,8% (a la espera de la opa de exclusión), en una operación valorada en 16.200 millones, incluyendo deuda. Lejos quedan los 1.237 millones que alcanzaba de capitalización al inicio de su cotización en 1996. Entonces, contaba con una plantilla de 7.300 trabajadores, ahora supera los 27.000.

Imperial va a tener que afrontar en la adquisición mayores costes de financiación, ya que las entidades bancarias han elevado sus intereses tras endurecerse las condiciones crediticias tras la reciente crisis hipotecaria en EE UU. El tipo de interés que gravaran los 9.200 millones de libras que los bancos han prestado a Imperial (12.300 millones de euros) se han elevado desde 57,5 a 72,5 puntos básicos, según señaló ayer Lehman Brothers a Bloomberg.

Al inicio de su cotización, el valor en Bolsa de Altadis era de 1.237 millones, hoy es de 12.600

El mercado ha elevado el tipo de interés del préstamo que Imperial ha usado para la operación

Ese será el coste de adquirir una empresas cuyos orígenes remontan al siglo XVII, en concreto a 1636, cuando se creó el primer estanco de tabaco para facilitar la labor de la Hacienda estatal. De hecho, el primer estanquero tenía el título de tesorero de la Renta a cambio de la obligación de abastecer de tabaco a los reinos de Castilla y León. La instauración del monopolio de producción y venta pretendía controlar la recaudación impositiva, pero derivó en un crecimiento del contrabando.

En España, la compañía estuvo en manos públicas hasta 1998, cuando el proceso de privatización de empresas estatales llevó a más de 550.000 inversores a participar en el accionariado de Tabacalera. La fragmentada composición de su capital y la ausencia de accionistas de referencia ha facilitado en buena medida la adquisición por parte de una de sus competidoras.

La Altadis comprada por Imperial data de 1999, cuando Tabacalera se fusionó con la francesa Seita. Ambas querían dejar atrás su marcado carácter local y competir con los gigantes del sector, especialmente con los anglosajones. Las dos atravesaban situaciones similares, tenían una presencia más significativa en cigarrillos rubios y veían decrecer sus ventas en negro. Tanto Tabacalera como Seita ya habían dado sus primeros pasos para ganar cuota fuera de sus países y diversificarse en actividades con más perspectivas de crecimiento, como la logística y los cigarros. Dentro de esta estrategia se enmarcó la compra del 50% de la compañía estatal cubana Corporación Habanos.

Ahora la británica Imperial va a revisar el sistema productivo de Altadis para evitar duplicidades con sus propias fábricas. No será la primera reestructuración que lleva a cabo la tabacalera. La última la puso en marcha en febrero de 2006, después de padecer los efectos de la guerra de precios iniciada por Philip Morris, que restó 250 millones al resultado bruto (Ebitda) de Altadis y conllevó la eliminación de 500 empleos.

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