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Secretos de despacho

Entusiasmo sin lujo en Plataforma

Jordi Nadal dirige la recién nacida editorial en un despacho céntrico pero austero

Si ésta fuese una empresa de telefonía móvil o de nuevas tecnologías, probablemente el despacho sería más lujoso, pero el trabajo mucho más aburrido', dice Jordi Nadal, director editorial de Plataforma, una pequeña empresa que vio la luz el pasado mes de julio. La oficina está ubicada en la plaza Francesc Macià, en Barcelona, en un séptimo piso desde el que se divisa la parte alta de la ciudad. Un espacio que Nadal comparte con Cati Farrán, responsable de marketing y la otra cabeza visible de la editorial, y otros dos empleados.

La mesa en la que trabaja tiene a su lado derecho un ventanal que da a la plaza y a su lado izquierdo, cuatro metros de estanterías metálicas. No hay demasiados lujos en Plataforma, pero sí muchísimo entusiasmo.

Nadal (Lliçà d'Amunt, Barcelona, 1962) lleva entre editoriales 25 años. Cuenta que a los 17 mantuvo su primera entrevista para entrar en una empresa del sector, 'porque ya me atraía este mundo'. Ese es el punto de partida de una trayectoria profesional durante la que ha trabajado para grandes compañías como Bertelsmann y Planeta y en la que ha tenido la oportunidad de conocer el sector en Alemania y EE UU. Hasta que llegó el momento en que sintió la necesidad de dedicarse a la edición de otra manera. 'Y vi claro que lo que tenía que hacer como asalariado ya lo había hecho'.

'La realidad no se replica en una hoja de Excel, eso es para el que tenga miedo'

Nadal sabe que el camino que tiene por delante no es nada fácil. 'En España hay 220 editoriales y, si nos lanzamos a la aventura de hacer otra, es porque tenemos la ilusión de ser la primera de otra época, la primera que hace las cosas de forma diferente', explica. 'Podemos luchar contra las grandes editoriales y sus títulos promocionados a base de campañas de marketing confiando en el fenómeno del boca oreja, un fenómeno que se da con frecuencia en el cine'. Nadal cuenta que el sector editorial no crece en facturación desde hace 11 años. Un dato preocupante, pero que no disminuye en absoluto sus ganas de seguir adelante. 'Creemos que las grandes dejan muchos huecos, dejan margen para sorpresas; además, nos empuja sobre todo la convicción de que uno tiene que hacer lo que quiere hacer.

'La realidad no se replica en una hoja de Excel, eso es para el que tenga miedo', dice, a la vez que asegura estar tranquilo porque los números acabarán saliendo: 'Aspiramos a un crecimiento orgánico, y en tres años llegaremos al punto de equilibrio'. De momento la editorial ha conseguido poner en el tiempo récord de tres meses su primer libro (La vida ante sí, de Emile Ajar) en la calle. Nadal explica que los únicos secretos para conseguirlo han sido contar 'con un grupo de personas con muchas ganas y un pelín de suerte'.

Equipara el trabajo de editor al de buscador de tesoros: 'En el momento en que encuentras uno lo primero que quieres hacer es contarlo a los amigos, que es lo mismo que editar el libro'.

El segundo libro editado por Plataforma es Sonrisas de Bombay, que narra la experiencia de Jaume Sanllorente, un periodista que tras un viaje a Bombay decide quedarse allí para ayudar a un orfanato. Este libro y Educar desde el locutorio, pensado para las madres inmigrantes que intentan educar desde la distancia a los hijos que quedaron en sus países de origen, demuestra que la editorial nace con vocación de ser diferente. 'Aparte de clásicos que no estén editados en castellano, buscamos temas sociales sobre los que no hay nada publicado hasta ahora'.

La jornada tipo de Nadal empieza a las 9.30 de la mañana. Tras un descanso para comer, la hora de acabar por la tarde es variable. Nadal asegura gozar de las ventajas de un equipo pequeño, 'y que toma las decisiones muy rápidamente'. Dice trabajar muy a gusto ante una mesa, que tiene un nombre (velcro) escrito en uno de sus extremos: 'Es la mesa velcro, donde se enganchan las ideas'.

Tintín, Camus y un bote para la oxitocina

Uno de los laterales de las estanterías del despacho hace las funciones de 'santuario', como lo define el propio Jordi Nadal. En un lugar destacado del mismo aparece Albert Camus. 'Es mi norte, lo dijo todo', explica. El filósofo Emilio Lledó es el vecino del escritor francés en el rincón de los recortes. En este caso se trata de una entrevista publicada en un periódico, con un titular que dice: 'Hay que amar la vida y no sólo la nuestra'.Sobre la mesa, y junto a la figura de Tintín y su cohete, Nadal muestra un pequeño envase de cristal. Otro de los objetos del despacho que requiere una explicación. 'Es para llenarlo de oxitocina', cuenta. Es un regalo del médico Albert Figueras, autor de Pequeñas grandes cosas, uno de los ocho títulos que Plataforma ya tiene en las librerías. 'La oxitocina es una hormona que se asocia siempre con el parto, pero también tiene que ver con la afectividad, con la ternura y con el tacto. Interviene en el sentimiento de placer y reduce los niveles de estrés y ansiedad'.Figueras sostiene la tesis de que cada uno de nosotros debe encontrar los pequeños placeres (una buena conversación, un masaje relajante, una simple ducha o la evocación de un recuerdo agradable) que hacen que la segreguemos. 'Si el bote está lleno, seremos más felices'.

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