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Profesionales
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¿Nadie vigilaba a Kerviel?

¿Cómo un solo hombre puede ser el culpable de un fraude de 4.900 millones de euros? Cuanto menos, da que pensar. La noticia saltó el jueves como una bomba, teniendo como telón de fondo el desplome bursátil vivido esta semana en las Bolsas de todo el mundo y la incertidumbre de los mercados financieros.

Resulta que un operador de Bolsa treintañero, Jérôme Kerviel, con cinco años de experiencia en el segundo banco francés, Société Générale, parece ser el único responsable del mayor fraude bancario de la historia. Y ha sido el presidente de la entidad, Daniel Bouton, el que ha salido a dar las explicaciones y el que ha asegurado que el método empleado es tan sofisticado que ha permitido que permaneciera oculto. De nada sirve que el máximo responsable haya puesto su carta de dimisión encima de la mesa y que el presunto farsante haya sido suspendido de empleo y sueldo y esté a la espera de su inminente despido. Lo que es relevante es que en una entidad como Société Générale no se hayan puesto los medios para que esto no sucediera.

Ocurrió lo mismo en el que era el banco más antiguo de Reino Unido, Barings, arruinado por obra y gracia de uno de sus profesionales, que acabó en la cárcel, y la entidad vendida a ING. Organizaciones de estas dimensiones deberían evaluar los riesgos y estar atentas para que este tipo de sucesos no ocurran.

Además del desfalco, lo más gracioso es que parece que Kerviel no se ha llevado dinero alguno, al margen de los 100.000 euros de sueldo anuales. Le gustaba jugar, y apostaba en los mercados de renta variable como si fuera la ruleta rusa. Lo hizo durante más de un año, hasta que ha sido descubierto. ¿Por qué no ocurrió antes? No se trata de que la empresa sea como un Gran Hermano, que lo controle todo sin dejar respiro para realizar su cometido. La empresa debe conceder responsabilidades, libertad y herramientas necesarias para que cada cual desempeñe su labor, pero siempre favoreciendo el trabajo en equipo. De nada sirve que ahora le interroguen y le pidan responsabilidades, aunque lo mejor de todo es que el banco le ha dejado marchar. Sus superiores deberían haber supervisado el trabajo, no sólo de este colaborador, sino de todos.

No juzgo el trabajo del operador de Bolsa porque parece que su obsesión era encubrir sus descubiertos. æpermil;l conocía bien dónde trabajaba, pero el banco parece que no le conocía a él. ¿O le conocía demasiado?

Paz Álvarez

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