Lo importante es la salud
Nuño Rodrigo (16-01-2008)
La Bolsa siempre ha tenido su vertiente naif, un punto de inocencia que la hace confundir deseos con realidad con demasiada frecuencia, comprar argumentos alcistas como quien adquiere crecepelo en un mercadillo o caer en el pesimismo más deprimente cuando recibe una mala noticia. La sorpresa ayer podía no ser tanto las milmillonarias pérdidas de Citi sino darse cuenta de que el mercado no había valorado esta posibilidad.
Citi perdió más de lo esperado, y la nueva ampliación de capital no ayuda a tranquilizar al mercado. Pero durante seis meses todos los analistas señalaban que era imposible predecir el alcance de la crisis y que cuanto antes se limpiasen los balances, mejor. Lo sucedido ayer no sólo demuestra que las palabras se las lleva el viento; también explica por qué el Ibex marcó máximos este noviembre en un entorno negativo. Ya se sabe que no hay más ciego que el que no quiere ver.
Han tenido que llegar muchas malas noticias para que las Bolsas se diesen cuenta de que, más allá de la hojarasca de resultados, tipos de interés y demás, se está jugando a una sola carta, recesión sí o recesión no. Por eso busca indicadores de dicha crisis: ayer los encontró en las ventas al por menor y en el comportamiento de su mayor banco. Y el resultado fue una sangría bursátil de las buenas. Una sesión negra para la economía y para las Bolsas, que minará la confianza de los consumidores y del sector financiero cuando no parece que hayan tocado fondo las crisis crediticia e inmobiliaria.
El pesimismo de mercado ha alcanzado niveles que traen a la memoria la época más dura de la crisis puntocom y la pérdida de confianza desatada por las crisis de Enron y Worldcom. La teoría dice que cuando el último alcista se vuelve bajista hay que comprarlo todo, y viceversa. Un mercado que se cree abocado a la peor de las crisis puede ser una opción de compra sobre el papel, pero hoy por hoy entrar en la Bolsa es una suerte de ruleta rusa, aunque eso no significa nada. Si predecir el comportamiento de las Bolsas en un contexto ordinario es harto complicado, hacerlo cuando los nervios y las emociones están a flor de piel es imposible. Que nadie se extrañe si la Bolsa rebota con fuerza, pero que tampoco lo haga en el caso contrario.