Europa mira de reojo al otro lado del Atlántico
Bruselas estima un alza de apenas el 2% en la zona euro para este año
La felicidad dura poco en casa de los apéndices. El año pasado, la zona euro se regocijaba por haber superado a EE UU, por primera vez en muchos años, en términos de crecimiento y de incremento de productividad. Hoy la Comisión Europea reconoce que ni la supuesta fortaleza de la zona euro ni el potencial de los países emergentes bastan para contrarrestar las devastadoras consecuencias de una posible recesión de la economía estadounidense. Y con más impotencia que coraje,
Bruselas cruza los dedos para que esa temible hipótesis no se cumpla y arrastre en la caída a los 15 países que comparten moneda y al resto de la UE.
'Llegamos a creer que se trataba de una mejora estructural', suspira un alto cargo de la Comisión Europea recordando las cifras con las que el año pasado se intentaba sonrojar a EE UU. Ahora la UE prepara la revisión en marzo de su política de modernización económica (conocida como estrategia de Lisboa) con la certeza de que los turbulentos tiempos venideros no propician la adopción de propuestas ambiciosas para aumentar el potencial de crecimiento.
La zona euro se despide así de un periodo de bonanza que apenas ha durado dos años. El comisario europeo de Asuntos Económicos, Joaquín Almunia, que en noviembre preveía para Los Trece (ahora los Quince, con Chipre y Malta) un crecimiento del 2,2% en 2008 se verá obligado el próximo febrero a rebajar su pronóstico en dos o tres décimas, como mínimo.
'Los resultados económicos de la zona euro desde 1999 han sido aceptables, pero no excelentes', resumía el viernes el instituto de Estudios Bruegel en un análisis sobre la primera década de la moneda única. Y advertía que 'los años venideros pueden ser aún menos positivos y la zona euro pueden afrontar una situación monetaria y fiscal más adversa. La crisis crediticia de 2007 ha mostrado el riesgo de este tipo de schocks'. Para colmo, el euro sufre el mayor zarpazo inflacionista desde su nacimiento. 'En pocas semanas se ha pasado del 1,8% de inflación del mes de agosto a la estimación del 3,1% de final de año', se inquietan en la Comisión Europea. 'Y según las previsiones del Banco Central Europeo, la inflación en 2008 podría situarse en 2,5%. Nunca se había llegado a esa media anual en la zona euro'.
El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, ha advertido que elevará los tipos de interés tan pronto como aprecie signos de una espiral inflacionista. Pero si quiere salvar la credibilidad de su objetivo de inflación (inferior al 2%) quizá ni siquiera pueda esperar tanto para actuar. El actual tono sombrío de los expertos económicos comunitarios contrasta con la complacencia de hace unos meses ante el descalabro hipotecario de EE UU. La reacción entonces se limitó a subrayar que en Europa no existían productos subprime y, por tanto, el riesgo de contagio era insignificante.
Ahora se reconoce que no sólo existen 'productos contaminados en Europa', sino que las vías para infectarse con el virus estadounidense son desde comerciales, especialmente a través de los flujos con Reino Unido, hasta sicológicas. La recesión de EE UU arruinaría la confianza de Europa, confiesa Bruselas. Y para protegerse de ese espanto, más de uno en los organismos europeos cruza los dedos.