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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El papel del seguro de desempleo

El repunte del desempleo en los últimos meses de 2007 está teniendo el consiguiente reflejo en el gasto en prestaciones. Si el número de parados al cierre del ejercicio era un 5% superior al de diciembre de 2006, la partida destinada a abonar las prestaciones por desempleo se ha incrementado en un 8%, con avances del 14% en octubre y noviembre. A falta de un mes para liquidar los pagos por políticas pasivas, el Servicio Público de Empleo prácticamente ha consumido el presupuesto para todo el año y precisará ampliar en no menos de 600 millones de euros la partida para abonar los pagos de diciembre. El agotamiento de una etapa fuertemente alcista de actividad, con acumulación de largas carreras de cotización, ha provocado que la tasa de cobertura alcance niveles desconocidos por el sistema de protección en España. Pese al endurecimiento de las condiciones de acceso practicadas en la última reforma en los noventa, los trabajadores han cebado sus cotizaciones y ha bastado un ligero deterioro de la situación del empleo para poner en jaque el presupuesto anual. Niveles tan altos de protección cuantitativa demuestran el riesgo que existe de que se convierta en un mecanismo de obstrucción al buen funcionamiento del mercado laboral y en un desincentivo a la búsqueda de empleo.

Tiene sentido disponer de un sistema de garantías para proteger a los asalariados de situaciones críticas. Pero no puede convertirse en un mecanismo alternativo al trabajo por el mero hecho de que las carreras de cotización lo permitan. El seguro y subsidio de desempleo es un derecho, pero que sólo se puede ejercer si se pierde una ocupación mientras se busca activamente otra. Pese a estar soportado en cotizaciones personales y empresariales, el seguro no aguanta el más mínimo contraste contributivo y sólo es financiable por el carácter solidario del sistema.

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