¿Es posible contener el gasto?
La sanidad se encuentra ante el gran reto de atender la creciente demanda de servicios por parte de los ciudadanos y, al mismo tiempo, afrontar la necesidad de mantener un exhaustivo control presupuestario. El incremento constante del gasto sanitario público, con tasas de crecimiento medio anual del 10% desde el año 2003, inquieta a todos los poderes públicos y a todos los que se preocupan por la persistencia de uno de los elementos definitorios de nuestra sociedad del bienestar, que cada vez exige mayores recursos. El incremento de la población, con un crecimiento del 5,5% en 2003-2006, el envejecimiento de una parte importante de la misma y la demanda de mayores y mejores prestaciones y servicios sanitarios, dificultan la contención del gasto sanitario público a crecimientos similares al PIB.
Ante esta situación, los gestores sanitarios deberían intentar reequilibrar las partidas presupuestarias, intentando ahorrar allí donde se pueda y reinvertir en aquellas áreas donde sea más necesario. Este desafío obliga a controlar el creciente gasto sanitario en áreas y procesos que no afecten a la calidad ni a la cobertura asistencial prestada, situando la capacidad de ahorro potencial en la mejora de la eficiencia de todo el proceso de la cadena de aprovisionamiento.
Si analizamos los procedimientos de gestión del sistema público de salud, nos encontramos con un escenario realmente complejo. Aspectos tan importantes como la compra de bienes y servicios, que supone el 25% del total del gasto sanitario público, se gestionan de acuerdo a prácticas susceptibles de ser mejoradas.
La clave no está en el qué o cuánto se gasta, sino en el cómo se gasta. Nos encontramos con una estructura del mercado que dificulta el proceso de compra por parte del gestor sanitario, ya que además de existir gran cantidad de proveedores para el mismo artículo, tienen políticas distintas en función de la zona geográfica, el comprador, el centro y la comunidad autónoma. La industria de productos sanitarios y farmacéuticos está caracterizada por la dispersión y atomización de las fuentes de suministro, con aproximadamente 2.000 proveedores que proporcionan material a los distintos hospitales públicos, de los cuales el 15% controla cerca del 80% del volumen total de ventas, mientras que existen también cientos de proveedores necesarios con volúmenes de ventas pequeños que se sitúan en torno a los cuatro millones de euros anuales.
En estas condiciones de enorme diversidad es casi imposible hacer una gestión eficiente de las compras sin unos medios tecnológicos avanzados. Los gestores sanitarios necesitan herramientas que soporten la toma de decisiones, lo que requiere una información homogénea, veraz, actualizada y completa. Herramientas que permitan tener un conocimiento exhaustivo del mercado, quién produce qué, a qué precio y en qué condiciones lo comercializa, además de posibilitar un eficiente aprovisionamiento. En definitiva, un sistema integral de e-procurement (catálogo único, benchmarking y transacciones electrónicas con proveedores) que defina de forma unívoca e inconfundible cada artículo adquirido y aprovisionado por los diferentes centros sanitarios y que permita analizar y gestionar de forma homogénea los procesos de compra, suministro y consumo.
Herramientas de gestión que ya existen y que ofrecen grandes oportunidades de abordar las compras de manera integral, facilitando información relevante que fundamente la toma de decisiones y permitiendo reducir los costes o, al menos, contener la espiral ascendente del gasto sanitario en España, aportando valor a toda la organización y permitiendo mirar al futuro con cierto optimismo. De hecho, la realidad no es tan desoladora como pudiera parecer y estas herramientas ya están siendo utilizadas por algunas administraciones sanitarias y centros de salud pioneros, preocupados por ofrecer las mejores prestaciones en las mejores condiciones.
Si todos aplicasen estas modernas herramientas de gestión se podrían conseguir importantes reducciones en la factura global. Si tan sólo se lograse una reducción de costes equivalente al 5% de los precios de los productos sanitarios y/o farmacéuticos, lo que es más que factible con un buen sistema de gestión de compras, se podrían ahorrar 400 millones de euros al año y mejorar la eficiencia y calidad del proceso. La inversión en estas tecnologías y su ROI merecen sin duda la pena para contribuir a la sostenibilidad de nuestro sistema sanitario.
Pedro Tellería. Director de Saniline