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Directivos

La familia política genera miedo ante un relevo generacional

El 50% de los fundadores de compañías familiares no planifica qué ocurrirá con su organización empresarial tras su desaparición

Los divorcios y los nuevos tipos de familia que generan están influyendo en la sucesión de las empresas familiares. Hasta tal punto que una de las mayores preocupaciones de los fundadores que planifican su relevo es evitar que los familiares políticos lleguen a tener un papel importante en la organización. 'Su principal inquietud es qué se puede hacer para que no metan mano', explica en un tono más coloquial Arantxa Tobaruela, abogada de Garrigues y una de las ponentes de la jornada Planificando mi testamento, que el bufete ha organizado en Barcelona.

El protocolo familiar (documento que planifica el relevo generacional en la empresa y que cuenta con el visto bueno de todos los miembros de la familia) es una herramienta eficaz a la hora de reservar la gestión y la propiedad a los parientes consanguíneos. 'No puedes evitar que en algún momento u otro un yerno o una nuera o hijos de anteriores matrimonios acaben siendo titulares de las acciones, pero sí puedes regular la opción a comprárselas a un precio razonable', explica Tobaruela.

La otra preocupación, más frecuente a la hora de enfrentarse al testamento, es encontrar el equilibrio entre el reparto equitativo entre sus sucesores y el reconocimiento a aquellos que se han implicado más en la compañía. El principio ideal del que parten todos los fundadores de una empresa familiar es dejar partes iguales de su patrimonio a todos sus descendientes, pero ¿es justo tratar igual a un hijo que se ha pasado la vida viajando por placer que a otro que lleva 20 años implicado en el día a día de la empresa? 'Por supuesto que no, y encontrar el punto medio es su principal quebradero de cabeza', explica Manuel Pavón, consultor de Empresa Familiar de Garrigues.

La redacción de un testamento o del protocolo familiar son situaciones que todavía no se ha generalizado. Según Pavón, únicamente el 50% de los responsables de las firmas familiares planifica qué ocurrirá después de su desaparición. Y a pesar de la divulgación que ha alcanzado en los últimos años el protocolo familiar, sólo el 20% de las compañías familiares abordan la elaboración de este documento.

El proceso de reflexión al que se enfrentan los propietarios de la empresa es el mismo en ambos casos, y los motivos por los que lo eluden también. 'Es muy duro emocionalmente enfrentarse a decisiones como éstas, que siempre van a generar descontento en algún miembro de la familia', explica Pavón, 'y además todo el mundo rehúye plantearse que un día tiene que morir'. Si únicamente el 50% de las familias abordan la sucesión del propietario del patrimonio, aún son menos las que se plantean su incapacidad, 'una situación todavía más complicada porque, en este caso, ni siquiera sirve haber hecho el testamento'.

Otra de las cuestiones que genera inquietud a la hora del reparto es la de aquellas propiedades que tienen un peso emotivo, por ejemplo una casa de campo en la que ha veraneado toda la familia. En estos casos, Pavón recomienda fórmulas que permitan seguir disfrutando del inmueble a todos los miembros de la familia, aunque la propiedad no esté compartida.

Pavón aconseja también dejar resuelta la sucesión cuanto antes. 'Nadie se da cuenta de que afrontar el testamento es una oportunidad de conseguir el bienestar familiar', explica. 'Cuanto más haya sufrido el cabeza de familia pensando en el reparto mucho mejor, en el sentido de que ya no serán sus descendientes los que tengan que hacerlo después'. Según esta visión, cualquiera división patrimonial generará problemas emocionales, para el que deja sus bienes o para la generación que los recibe. Una recomendación que hay que tener en cuenta es hablar con la familia, 'preguntando se pueden resolver muchas preocupaciones, hay veces que el padre y un hijo coinciden en cómo debe ser el reparto, pero no lo habían hablado nunca'.

El protocolo, lo mejor; el testamento elaborado, una buena herramienta

Si hubiera que tener principios a la hora de enfrentarse a un testamento estos serían los más importantes: equidad, reconocimiento y gobernabilidad. 'Hay que ser consciente de que, aparte de ser equitativo, se debe recompensar a los que han trabajado más por la empresa y también que la división patrimonial tiene que permitir que la firma siga siendo gobernable', explica Manuel Pavón, consultor de la división de Empresa Familiar de Garrigues.Los ponentes de la jornada Planificando mi testamento, reivindicaron este documento legal como una herramienta útil para diseñar el relevo generacional. 'Un protocolo familiar es lo ideal, porque deja atada la gestión de la empresa y cuenta con el beneplácito de todos los miembros de la familia, pero un testamento puede estar muy bien pensado y no ser una mera imposición de voluntad, sino algo consensuado', explica Pavón.Hay que tener en cuenta, además, que un protocolo familiar que no ha sido después reflejado en un testamento no sirve para nada. 'Hoy por hoy, el protocolo no sirve como testamento', explica Arantxa Tobaruela, abogada de Garrigues. 'Y nos encontramos con muchas familias que no son conscientes'. Según explica, se dan muchos casos en los que entre la finalización del protocolo y el reflejo de todo lo acordado en el testamento 'dejan pasar uno, dos o incluso tres años', un periodo de tiempo en el que si el titular del patrimonio fallece, el último testamento es el único documento con validez legal.Tobaruela cuenta que es frecuente también encontrarse testamentos redactados muchos años antes del fallecimiento, con lo que ni la situación patrimonial ni la vital que reflejan se corresponden con la realidad de ese momento.

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