Faltan líderes para gestionar la complejidad
Una sociedad temerosa del mañana ha provocado que el perfil del gestor político y del empresarial estén más alejados que nunca
Saber manejar la complejidad. Es la cualidad que mejor define al líder de hoy. Hace décadas, un emprendedor podía crear un proyecto empresarial asumiendo personalmente todas las áreas del negocio, una misión imposible en el mundo actual. 'La sociedad está llena de sistemas muy complejos, todos necesitamos expertos cada día para cualquier cosa, y los líderes también', explica Fernando Vallespín, presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Así que para llegar a ser un buen número uno es imprescindible haber reconocido, previamente, que por uno mismo no se puede acceder a toda la información y que se necesita, por ello, a un equipo interdisciplinar. 'Algo a lo que en España no estamos muy acostumbrados', apunta Ángel Castiñeira, coordinador de la cátedra de Liderazgos de Esade.
Gestionar bien la complejidad es algo imprescindible, pero por sí solo no conforma a un líder. 'Tiene que ser un buen gestor, pero no necesariamente el mejor, porque es un aspecto que se puede suplir con un equipo equilibrado', explica Cristina Garmendia, presidenta de la compañía de biotecnología Genetrix. A su juicio, lo que distingue a un líder de un gestor es que el primero tiene 'ilusión y pasión para superar todas las barreras, fe en el proyecto que defiende y capacidad de ofrecer una carrera profesional a los que se incorporan a su equipo, así como admitir después el protagonismo de cada uno de ellos en el resultado final'. Una definición que nos dibuja un perfil más humano, modesto y generoso que al que estábamos acostumbrados en generaciones anteriores.
Sea cual sea el perfil que lo defina, lo cierto es que el mundo global tiene un problema de falta de liderazgo, según Antonio Garrigues, asesor de la Cátedra de Liderazgo de Esade. Una opinión que compartió la mayoría de los asistentes a la jornada Liderazgos clave en la sociedades avanzadas, organizada esta semana por la escuela de negocios de Esade y Caixa de Manresa en el monasterio de Sant Benet del Bages (Barcelona). Al debate asistieron una sesentena de políticos, empresarios y académicos.
Un 60% de las firmas de biotecnología españolas están dirigidas por mujeres'No sabemos si tendremos pensiones y si nuestros hijos encontrarán trabajo'
Vallespín puso de manifiesto la brecha que se ha abierto en la actualidad entre un líder empresarial y uno político. 'Estamos asistiendo al fin de la idea de progreso. El futuro era antes un lugar próspero, al que se quería llegar, ahora es sinónimo de cambio climático, pandemias y horror. Es un lugar del que hay que defenderse'. Según su modelo, vivimos inmersos en la sociedad del miedo, en la que no sabemos si habrá pensiones en el futuro, si nuestros hijos tendrán trabajo, si aguantará el planeta. Esta situación, unida a la falta de ideales, convierte a la figura política en un personaje defensivo, al que la sociedad le demanda protección y no desarrollo.
El problema surge a la hora de trasladar este perfil de líder político al mundo empresarial. 'Es una idea que choca con la que yo tengo de un emprendedor', señaló Joan Font, presidente de la cadena de distribución Bon Preu. 'El líder empresarial, al margen de como sea la sociedad actual, tiene que ser ilusionante, tiene que marcar un horizonte, y creer en ese futuro en el que, por lo visto, el político ya no cree. Los proyectos empresariales no pueden desarrollarse por el camino del miedo'.
En lo que sí coincidieron ambos, Vallespín y Font, fue en las otras habilidades que deben compartir los números uno, sean políticos o empresarios. La capacidad de acción es, a juicio de Vallespín, la cualidad que mejor define al líder, sin importar, en este caso, si hablamos de la figura tradicional o del perfil actual, más complejo. 'Sólo será un líder verdadero si es capaz de actuar bajo incertidumbre y entiende que no puede posponer algunas decisiones'. El problema es que esta valentía para la toma de decisiones tiene que equilibrarse con el sentido de la oportunidad. 'La gracia que tienen los líderes es que toman la decisión en el momento oportuno, saben encontrar la ocasión'.
Font cree que es en esa capacidad para iniciar la acción donde radica la diferencia entre un líder y un gestor. 'El gestor es únicamente un administrador, el número uno dice quiero ir allí, y se va de esta forma'.
Vallespín también contribuye a forjar una línea más humana, añadiendo que el líder debe ser siempre modesto en su conducta y que debe tener capacidad de reconocer sus propios errores. Ángel Castiñeira, por su parte, recurre a la figura de liderazgo relacional para dar cabida a las cualidades humanas. 'Es el modelo en el que cabe el baño de humildad necesario para escuchar al otro, con sus puntos de vista diferentes, aunque eso, obviamente, no le exime de tomar una decisión y de actuar'.
Uno de los debates de la jornada organizada por la Cátedra de Liderazgo de Esade se centró en su vertiente femenina. En esta ocasión, la reunión tenía el aliciente añadido de que en contra de lo que es habitual el tema fue tratado ante un auditorio formado en un 85% por hombres. Esther Giménez-Salinas, rectora de la Universidad Ramon Llull y primera ponente del debate, explicó que el liderazgo femenino es un tema que sólo atrae a las mujeres. 'Y eso no es bueno, porque cuando uno es juez y parte se pierde la objetividad'.
Giménez-Salinas se refirió al techo de cristal, que ralentiza la carrera profesional de una buena parte de las mujeres en torno a los 30 o 32 años y les impide llegar a posiciones de liderazgo. Eugenia Bieto, subdirectora general corporativa de Esade, aseguró que la presencia de las mujeres en los primeros niveles de la política o del mundo empresarial va a aumentar considerablemente en el futuro. 'Primero, porque muchos de nuestros hijos ya están viendo otros modelos, y segundo, porque los nuevos estilos de liderazgo se busca más el consenso y se necesitan personas capacitadas para estar en muchos frentes a la vez; dos rasgos que llevan a pensar que quizá la mujer encaje mejor en el perfil del liderazgo que se avecina'.
El sector de la biotecnología parece haber accedido ya a ese futuro femenino, según los datos que ofrece Cristina Garmendia, presidenta de la biotecnológica Genetrix: un 60% de las 250 empresas de biotecnología que hay en España en la actualidad están dirigidas por mujeres. 'Quizá pueda influir que se trata de un sector que no tiene más de 25 años, pero en ellas se puede decir que hay igualdad de género de arriba a abajo'. Aún así, Garmendia aseguró que de la misma manera que ella ha solicitado alguna vez algún cambio de horario o de fecha para poder atender un asunto familiar, 'nunca son los hombres los que piden algo así'. 'Aunque en algunas organizaciones empresariales hablar de conciliación es misión imposible, hay que educar, promocionar y esperar un cambio generacional' para ver la llegada masiva de la mujer al primer nivel de dirección.
Se trate del liderazgo masculino o femenino, ha habido consenso en afirmar que el mundo sufre una ausencia generalizada de líderes, o por lo menos en constatar que el liderazgo está en crisis.
Una globalización sin jefes
La capacidad narrativa y la habilidad para saber manejarse con los medios de comunicación son dos cualidades imprescindibles para un líder político de hoy. Fernando Vallespín, presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas, explicó que son los propios partidos los que intentan escoger candidatos que cumplan con estas condiciones. 'El buen político tiene que ser astuto e incluso un poco malo, en el sentido de que tiene que ser sagaz, tiene que saber mentir y enfrentarse a otros líderes políticos'.Jordi Pujol, ex presidente de la Generalitat de Cataluña y titular de la Cátedra de Liderazgo de Esade, replicó a Vallespín que no creía haber cumplido en sus años de mandato con alguna de esas características. El ex presidente catalán no se atrevió a confirmar la actual supuesta falta de líderes pero admitió cierta desorientación y desaliento general. 'Por lo menos en Europa, si queremos ganar un poco de altura, alguien debería volver a plantear que los valores son necesarios, podemos llegar a ser una gran Suiza, pero quizá necesitemos algo más'.Para Antonio Garrigues, asesor de la cátedra, la globalización necesita líderes globales, que de momento brillan por su ausencia. 'Una globalización sin liderazgo es una globalización imperfecta'. A su juicio los norteamericanos podrían ser considerados como tales, pero fallan en algunos aspectos como que no estén dispuestos a suscribir ningún acuerdo común que les limite (Kioto). Garrigues afirmó que en España también se puede decir que hay falta de liderazgo, igual que ocurre en Italia, Portugal e incluso en Francia, antes de Sarkozy.Garrigues aludió también a la complejidad para justificar que a partir de ahora, en un entorno tan cambiante, probablemente tengamos que acostumbrarnos a periodos de liderazgos de menor duración que hasta ahora.Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía de la Universidad de Zaragoza, abrió la puerta a la reflexión sobre el cambio de modelos al señalar que quizá el mundo ya no requiera líderes políticos como los de antes. 'Ya no estamos en tiempos de consensos absolutos, quizá tengamos que vivir con un panorama político sin figuras heroicas, sin saberes incontestables'. El filósofo apostó por una desemocionalización de la política y por una reformulación de la idea de liderazgo. 'Un liderazgo más democrático, más cooperativo y más modesto'. En la misma línea, Vallespín sostuvo que los ciudadanos tienen miedo a los líderes visionarios o que llegan con pretensiones de cambiarlo todo. 'En las últimas elecciones en casi todos los países, los resultados demuestran que los votantes no quieren dar a nadie una mayoría que les otorgue poder para cambiarlo todo'.
¿Se puede aprender a ser el número uno?
La respuesta es diferente según se trate de un líder político o empresarial. Al hablar del primero, los ponentes de la jornada coincidieron en señalar que hay algo innato en él que lo convierte en temática imposible para las escuelas. Es al referirse al segundo cuando surge el debate. 'Es la pregunta del millón, una de las cuestiones más actuales y más debatidas en las mejores escuelas de negocio', asegura Ángel Castiñeira, coordinador de la Cátedra de Liderazgo de Esade. 'Hay autores que aseguran que la función directiva de primer nivel pide intuición, experiencia, acción y que la teoría te ayuda a ser un buen gestor, pero no un líder'. Pero en su opinión, no es bueno que un líder empresarial sea sólo corazón, 'si es así, el proyecto no podrá sobrevivir cuando se haga grande'. A su juicio la gran oportunidad de las escuelas de negocios es que la sociedad comprenda que no se puede separar la teoría de la acción. 'Tal vez no se pueda enseñar, pero se puede aprender', concluyó Castiñeira.Jordi Pujol animó a considerar al líder de una manera más abierta. 'Este debate depende mucho de qué visión de liderazgo se tenga, aquí parece que estamos hablando únicamente del líder supremo, pero se necesitan muchos otros para dirigir proyectos medianos'. En ese sentido, Pujol comparó un líder a una seta, 'que sale sola en el campo', mientras que un gestor 'es como un champiñón, que se puede cultivar'.