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Pendientes del viernes negro

Nuño Rodrigo

El viernes negro es como coloquialmente se conoce en Estados Unidos al primer viernes después del Día de Acción de Gracias, y marca el pistoletazo de salida de la temporada más intensa de consumo por parte de los ciudadanos del país. Temporada que se extiende, como el lógico, hasta las navidades.

Se cuenta en los mentideros que este término lo acuñaron los conductores de autobuses en los años setenta para referirse a uno de los días de mayor tráfico en las ciudades estadounidenses. Otros apuntan que lo idearon los contables de las cadenas de comercio minorista porque marcaba el momento del año en que en los libros de contabilidad comenzaban a apuntarse en tinta negra los beneficios obtenidos en esta temporada, frente a las pérdidas ocasionadas el resto del año y que se anotaban en tinta roja.

El Día de Acción de Gracias se celebra el cuarto jueves del mes de noviembre, que este año cae en día 22, esto es, el jueves que viene.

En términos económicos, la temporada comercial que comenzará el viernes que viene es de vital importancia para Estados Unidos y, por contagio, para el resto del mundo. El consumo interno representa más de dos tercios del producto interior bruto estadounidense. Por tanto, la intensidad del crecimiento económico del país se encuentra en las manos de millones de pequeños consumidores que hacen de estas fechas toda una orgía de gasto, para regocijo de cadenas comerciales como Wal-Mart.

El periodo que se extiende desde el Black Friday hasta las navidades constituye, por tanto, un termómetro sobre la salud económica de Estados Unidos. Y este año, si cabe, este indicador cobra más importancia, porque servirá para medir el impacto de la crisis hipotecaria sobre la capacidad de consumo de los hogares. Todo sea que el Viernes Negro no resulte más negro que nunca.

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