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Un mercado en blanco y negro

Nuño Rodrigo (25-10-2007)

Sin término medio. Pasamos del optimismo impenitente a los augurios más siniestros sin solución de continuidad. La crisis subprime -aunque en realidad sea la crisis de los productos estructurados, pues problemas hipotecarios ha habido siempre- ha dejado un extraña sensación en el mercado.

Es la sensación de no saber si se va o se viene; de si la famosa crisis ha pasado y estamos viendo sus coletazos o, al contrario, estamos asistiendo a un preámbulo de lo que realmente está por venir. Y, lo que es peor, sin muchas varas de medir a las que agarrarse. Merrill Lynch, por ejemplo, dijo a principios de mes que la crisis subprime implicaría amortizaciones por 5.000 millones de dólares, cifra que ayer elevó a 7.900 millones. Lo curioso del caso es que en octubre al mercado le pareció más o menos bien porque, en un arranque de candidez, eso suponía borrón y cuenta nueva. Pero la cuenta nueva es peor que la vieja. Ya son 7.900 millones y el consejero delegado espera más problemas... Un escenario no muy coherente con un Dow Jones que, hace pocos días, estaba en máximos.

En este contexto, la idea por parte de los bancos de inversión de montar su gran fondo para rescatar los activos financieros más castigados por la crisis se puede ver, también, como una medida bien encaminada o como una invitación a comprar oro. El oro, por cierto, ha subido el 14% desde finales de agosto, si bien en los dos primeros meses de tormenta se mantuvo estable.

Incluso la propia indefinición del mercado tiene dos lecturas. La mala es que volatilidad y riesgo van de la mano, y sólo a los operadores más agresivos les gusta la volatilidad. La buena dice que la crisis, en ningún caso, se puede dar por cerrada, que habrá desaceleración y que, por eso, sería peor un escenario complaciente, en el que el mercado asaltase nuevos máximos y recuperase el apetito por el riesgo de meses atrás apoyado en bajadas de tipos y fondos de rescate.

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