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Predicciones y certezas de un consultor

Después de dos días rodeada de consultores, expertos en todas las materias y disciplinas y ejecutivos de alto rango, entro en el avión, de vuelta a casa, con el firme propósito de dormir una siesta de 50 minutos. Nada puede gustarme más en esta vida. Pero descubro que voy a tener compañía, ya que mi vecino de asiento es un ex ejecutivo reconvertido en consultor, y nos conocemos. A él le hace ilusión verme. A mí, no tanta. Lo que me temía en un principio se convirtió en realidad. Ya podía ir despidiéndome del sueño reparador.

Tras los saludos de rigor, empieza a contarme lo bien que le va, lo bien que le tratan las empresas para las que trabaja, lo listo que es, lo que le valora y lo mucho que está disfrutando en estos momentos de la vida y de su familia. Algo de lo que me alegro. Asiento a todo con la cabeza. No me queda otra, ya que hay poco espacio para meter baza. Hablamos, bueno habla, de un tema apasionante para el avión, sobre los cambios que deben afrontar los ejecutivos y las empresas para sobrevivir y ser competitivas. Con una rotundidad que a mí me parece apabullante me dice que no van a existir cambios y que eso son pamplinas. Todo, según él, es teoría y que sobre la práctica nada de nada. Poco puedo añadir a esa reflexión, sobre todo cuando acabo de escuchar durante dos días todos los cambios que deben afrontar precisamente las organizaciones. Cada semana corroboro esta tendencia en las entrevistas que se realizan en estas páginas a los principales ejecutivos y empresarios tanto de organizaciones nacionales como internacionales.

Pero insiste en su teoría y me asegura que todo esto de lo que se está hablando ya lo predijo él hace 15 o 20 años. Es más, me dice que me va a enviar por escrito algunos de sus vaticinios. Y yo me pregunto: ¿qué rara habilidad tienen algunos para apuntarse todos los tantos, y qué pocas habilidades tengo yo para adivinar qué es lo que va a suceder mañana? El ya lo advertí yo, ya lo dije yo, son frases habituales entre los asesores y consultores. Y ya lo decía el refranero, que a toro pasado, todos somos Manolete. Y mucho más algunos consultores. Lo que puedo agregar muy humildemente es que el mundo es una incertidumbre y que no sabemos qué va a suceder, y mucho menos dentro del entorno empresarial. ¿Cuántas empresas se derrumbaron en menos de dos horas cuando se derribaron las Torres Gemelas de Nueva York?

Paz Álvarez

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