_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Nueve años de cambios

Después de leer las 250 páginas de la sentencia del Tribunal de Primera Instancia de Luxemburgo sobre el recurso presentado por Microsoft ante las sanciones impuestas por la Comisión Europea en marzo de 2004, no puedo evitar un sentimiento agridulce.

Por un lado, la sentencia confirma los remedios establecidos por la Comisión Europea en marzo de 2004 y ejecutados por Microsoft hace tiempo: hemos pagado un total de 778 millones de euros en multas, hemos lanzado al mercado hace dos años versiones de nuestro sistema operativo Windows sin el reproductor multimedia Windows Media Player integrado, y hemos facilitado a nuestros competidores más de 8.000 páginas de documentación sobre los protocolos de comunicación de Windows Server, cumpliendo todas las estipulaciones de la Comisión Europea.

Pero por otro lado, la sentencia incluye también algunos aspectos positivos: reconoce el derecho de Microsoft a seguir innovando y a incorporar e integrar nuevas funcionalidades en nuestros productos. Y permite clarificar el ámbito de actuación de compañías que, como Microsoft, cuentan con una elevada cuota de mercado. Apple, Google, Nokia o IBM cuentan ahora con un referente jurídico que ayudará a clarificar su marco de actuación.

Cuando hace nueve años la Comisión Europea inició su proceso contra Microsoft por abuso de posición dominante, la industria de las tecnologías de la información era totalmente diferente; en muchos casos, no existía la suficiente claridad en cuanto a los criterios a aplicar por compañías en posición de dominio a la hora de innovar. Conceptos como el de interoperabilidad apenas estaban empezando a definirse.

En el periodo que va de 1998 a 2007 no sólo ha cambiado la industria, también lo ha hecho, y muy profundamente, la propia Microsoft.

La compañía que recibe esta sentencia no es la Microsoft a la que se denunció hace casi una década. En estos años hemos modificado nuestro modelo de negocio y nuestra relación con el resto de la industria y con nuestros competidores. Hemos convertido el formato de documentos de Office en un estándar internacional (ECMA OpenXML). Hemos incorporado a Windows productos de terceras compañías para ofrecer a nuestros usuarios la posibilidad de instalar, por ejemplo, antivirus, navegadores o barras de búsqueda de nuestros principales competidores en lugar de las de la propia Microsoft.

Y, al mismo tiempo, y desde el comienzo del proceso, hemos establecido un diálogo constructivo con la Comisión Europea, asumiendo sus decisiones y respondiendo a cuanto se nos ha solicitado.

Y sin embargo algo no ha cambiado en estos nueve años: nuestro compromiso con Europa. Cuando se inició el caso, Microsoft contaba con 3.900 empleados en Europa y apenas dedicaba tres millones de dólares a I+D en el continente. Hoy tenemos más de 13.000 empleados en la región, la inversión en I+D en Europa supera los 500 millones de dólares y trabajamos con más de 200.000 partners, que dan trabajo a tres millones de personas. Sólo en España colaboramos con 12.000 empresas que emplean a 200.000 personas que trabajan alrededor de la tecnología Microsoft.

Rosa María García. Presidenta de Microsoft Ibérica

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Más información

Archivado En

_
_