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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Por el camino del alquiler

Las autoridades están obligadas a dar soluciones a los problemas de los ciudadanos. Cuando esos problemas se refieren a necesidades de primer orden por cubrir, como en el caso de la vivienda, a la obligación se le suma la urgencia. En este sentido, será plausible que el Gobierno acelere los plazos y ponga en marcha cuanto antes el paquete de medidas que ultima la ministra de Vivienda para aumentar el parque de casas en alquiler.

La escalada durante más de dos años de los tipos hipotecarios ha empezado a cambiar la percepción sobre el mercado de alquiler. Al encarecimiento del crédito se le está uniendo ahora el endurecimiento derivado de la tormenta financiera, que tiene su epicentro precisamente en el mercado hipotecario de Estados Unidos. Ya no es tan fácil endeudarse para comprar vivienda, y es más caro, lo que lleva a muchas familias a rehacer sus cuentas. La paradoja es que este escenario más difícil, al desincentivar la compra, puede servir de impulso al plan de fomento del alquiler que prepara el Ejecutivo.

Además de las importantes ventajas fiscales ya introducidas para los propietarios, las líneas maestras del plan contemplan ayudas a las empresas que rehabiliten y alquilen viviendas. El estímulo a la oferta puede hacer que crezca el parque en alquiler, pero el arrendador también requiere mayores seguridades para poner su propiedad en el mercado. Por eso es muy oportuno ampliar los medios judiciales especializados para tramitar los desahucios por impago con celeridad. Son pasos correctos para superar una asignatura pendiente y equilibrar un mercado en el que los alquileres apenas llegan al 11% del total, frente a la media europea del 30%. Iniciativas autonómicas y municipales, como la del Ayuntamiento de Sevilla para gravar con más de IBI los pisos vacíos, serán igualmente correctas si respetan exquisitamente los derechos de la propiedad.

La tarea no es fácil, porque exige un cambio cultural de calado. Pero nadie ha dicho lo sea. Lo que sí ayudará es que las medidas adoptadas tengan un elevado componente de realismo y de sentido práctico.

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