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CincoSentidos

Submarinos a medida para millonarios excéntricos

Por ocho millones de euros se puede explorar a fondo el lecho marino

Primero fueron los Bugattis de colección, más tarde los viajes de ida y vuelta a la Estación Espacial Internacional por 27 millones de euros y, ahora, el entretenimiento de los magnates se centra en viajar a bordo de un sumergible personal para ver lo que hay en el fondo del mar. Los fabricantes y vendedores de submarinos de lujo dicen que la fantasía y el sigilo son los fundamentos de este nuevo modo de diversión construido sobre la locura de algunos multimillonarios.

Sin embargo, este nuevo modelo de negocio es, a veces, difícil de sondear. Es un misterio quiénes son los dueños de las aproximadamente 100 naves sumergibles de lujo que surcan los Siete Mares. 'Si usted puede encontrar mi submarino, es suyo'', es lo único que desvela el multimillonario petrolero ruso Roman Abramovich, dueño del Chelsea Football Club. La razón de ello nos la da Paul Allen, cofundador de Microsoft, que advierte de que hablar demasiado perjudica a este negocio.

Empresas como Olympic Tool & Engineering o Exomos se dedican a construir estos yates sumergibles diseñados de la forma más lujosa. 'Nuestro Phoenix 1000 tiene cuatro pisos de alto y 65 metros de largo, es una mezcla de submarino turístico y militar'', explica Bruce Jones, director general y fundador de U. S. Submarines. Pero 'el proyectil más peligroso a bordo del Phoenix 1000 es un corcho de champán', puntualiza.

Lo que está claro es que no es barato navegar silenciosamente por las profundidades del mar. Un sumergible para 10 pasajeros con gimnasio opcional cuesta casi 11 millones de euros.

El modelo de tamaño mediano de U. S. Submarines, el Seattle 1000, una nave de tres pisos de alto con cinco camarotes, cinco baños, dos cocinas, un gimnasio, una bodega para vinos y un portal de observación de 40,5 metros cuadrados (9m de largo por 4,5m de ancho) está disponible por 18 millones de euros. Pero su compra es rentable para aquellos que pueden permitírselo, según Bruce Jones, puesto que 'gastar 58 millones de euros por una nave que va por debajo del agua, cuando una que no lo hace cuesta 110, es negocio''. Por eso, Herve Jaubert, ex comando de la armada francesa, cambió su sable por un destornillador en 1995 para construir su primer submarino de lujo.

Ahora es el máximo responsable de Exomos, una empresa fabricante de submarinos a medida con sede en Dubai.

En el salón donde exhibe sus creaciones, en la Jebel Ali Free Zone de Dubai, los clientes eligen entre 14 modelos de lujo. Desde 2005, los 170 empleados de Jaubert han lanzado 18 naves. Hay 26 clientes esperando la entrega de sumergibles como el popular y relativamente pequeño Stingray y el muy de moda crucero sumergible de lujo Proteus, de 65 pies de largo (19,8 m).

'El Proteus es un autobús submarino'', dice Jaubert. 'Se siente como un Ferrari''.

Llamar la atención con sumo secreto

El negocio de venta de submarinos de lujo tiene demanda suficiente y lo demuestra su buen funcionamiento, ya que se encuentran fabricantes de estas exclusivas naves desde el Océano Pacífico hasta el Golfo Pérsico. æpermil;stos conocen bien a sus clientes y realizan los yates sumergibles a la medida de sus peticiones. 'Todo el mundo allí es un ricachón excéntrico'', dice Jean-Claude Carme, subdirector general de comercialización en U. S. Submarines. 'Todo es sumamente secreto''. Bruce Jones, de 50 años e hijo de un ingeniero naval, incluye con cada contrato de venta una cláusula de confidencialidad para proteger la identidad del comprador. 'æpermil;ste es un negocio peligroso donde vuelan cabezas'', dice Jones.Y es que los propietarios de estos submarinos prefieren mantener su anonimato. Sin embargo, a algunos les resultará más difícil que a otros, como, por ejemplo, a Paul Allen, cofundador de Microsoft, cuya lujosa nave, preparada para permanecer sumergida una semana, de 40 pies de largo (12 m) y un precio de venta de 8 millones de euros, es de color amarillo.

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