Hoteles de plena temporada
Que el turismo es la primera industria del país no lo discute nadie. España es el segundo destino del mundo de los viajeros, con una concentración especial entre los meses de abril y septiembre, y aparece también en los primeros lugares en el ranking de ingresos por la actividad turística. Pero en los últimos años han aparecido competidores muy sólidos en el mercado, sobre todo los que ofrecen productos de playa muy competitivos en precio, y con estándares de calidad y seguridad similares a los españoles. Una situación que exige un salto a la excelencia a la oferta española.
Y es que España ha dejado de ser la playa de Europa. Dentro del continente han surgido opciones que antes eran consideradas inseguras o alejadas, pero que ahora disputan la demanda con condiciones muy agresivas, y a las que se debe responder. Turquía, Grecia, Croacia, Portugal o los países del norte de África son alternativas muy sólidas a la arena española, que deben estimular la imaginación de los empresarios para mantener la posición de privilegio en los ingresos por turismo en el mundo.
Los hoteleros ya han planteado una serie de propuestas para estirar en la medida de lo posible la temporada a los meses de otoño. Pero una vez más, han apelado a las ayudas públicas, a la socialización de la pérdida, para mejorar sus cuentas de resultados. Han planteado, y así se lo harán saber al Gobierno, una reducción del IVA hasta el 5,5% para los servicios hoteleros y una subvención de la mitad del coste de la cotización patronal a la Seguridad Social.
Que el Gobierno eche una mano en situaciones de crisis tiene alguna justificación. Pero carece de todo argumento que lo tenga que hacer en negocios boyantes como el turístico. Los empresarios de este sector deberían estimular la demanda en temporada baja con descensos en los precios, compensando en parte las disuasorias subidas de los últimos años. Esa cuestionable política de precios, y ninguna otra circunstancia, es la que ha puesto en dificultades al sector turístico.