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Tribuna
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Una enorme deuda de gratitud

Enrique Fuentes Quintana, fallecido el miércoles en Madrid a los 83 años, jugó un papel fundamental en la economía española del último medio siglo, tanto por su contribución teórica como en su aplicación práctica. Los autores subrayan la notable trayectoria y las aportaciones de este maestro de economistas.

La personalización de los éxitos siempre tiene un componente de injusticia y arbitrariedad, pero si hubiese que atribuir a una sola persona el mérito del gran cambio estructural vivido por la economía española en los últimos 50 años, ésa sería sin duda Enrique Fuentes Quintana. Desde ámbitos muy distintos, y en entornos políticos y sociales complicados, el profesor Fuentes ha sido un constante defensor -y en ocasiones ejecutor- de las políticas económicas rigurosas y disciplinadas como condición necesaria para el progreso económico a largo plazo. Es una receta que se ha mostrado claramente exitosa y a la que debemos gran parte de nuestro bienestar material actual. Los ciudadanos españoles tenemos con él, por tanto, una enorme deuda de gratitud.

Dentro de la profesión económica, hay acuerdo generalizado en que la elevación de la prosperidad española durante ese medio siglo es esencialmente atribuible a nuestra apertura comercial, el óptimo funcionamiento del sistema financiero, el diálogo social, una buena política macroeconómica y un sistema tributario adecuado. Enrique Fuentes Quintana ha tenido un papel esencial en la conformación de todos estos factores.

Su intervención en el Plan de Estabilización de 1959 fue importante. Este conjunto de iniciativas supuso el final de la autarquía y el comienzo del largo periodo de liberalización del comercio exterior español; de manera más general, recogió expresamente las medidas que debían adoptarse para convertir España en una economía moderna. En el largo camino desde el estatismo e introspección económica de la posguerra hasta la economía de mercado abierta al exterior de que hoy disfrutamos, el Plan de Estabilización, preparado entre otros por Fuentes Quintana, ha sido probablemente el gran punto de inflexión.

Tuvo un papel esencial en la conformación de los factores que elevaron la prosperidad de España

Tampoco ha sido ajeno Enrique Fuentes a los éxitos de nuestro sistema financiero. Desde principios de los setenta y durante casi 25 años, prácticamente ininterrumpidos, intervino, desde los órganos de administración del Banco de España, en el saneamiento y sucesivas reformas del sistema financiero español, contribuyendo a sentar las bases de su gran expansión posterior.

Más conocido es su papel determinante en la reforma tributaria de 1977, seguramente el principal hito de nuestra historia tributaria. La sustitución de los impuestos de producto por impuestos con vocación generalista, promovida por Enrique Fuentes y llevada a la práctica por Francisco Fernández Ordóñez, supuso una puesta al día crucial para nuestro sistema tributario: lo dotó de una verdadera progresividad y de una mayor neutralidad, a la vez que redujo sus costes de administración, mientras ampliaba notablemente la capacidad recaudatoria del sistema, otorgando así margen para la expansión del Estado del bienestar que se produjo posteriormente.

Pero el papel de Fuentes Quintana en la conformación de nuestra política fiscal actual no se limita al ámbito puramente tributario. El profesor Fuentes propugnó incansablemente el equilibrio presupuestario, en una época en la que hacerlo comportaba importantes riesgos, como demuestra la propia cortedad de su experiencia en el Gobierno. Treinta años después de las batallas presupuestarias del entonces vicepresidente económico, el equilibrio de las finanzas públicas se ha afianzado hoy como principio básico de nuestra política económica. Afirmaba Keynes que los políticos, sin darse cuenta, son frecuentemente esclavos de las ideas de economistas anteriores. No hace falta compartir esa opinión plenamente para reconocer que nuestros éxitos actuales en esta materia deben mucho a la perdurable influencia intelectual del profesor Fuentes.

El homenaje a Enrique Fuentes no puede cerrarse sin una referencia a los Pactos de La Moncloa. Consciente de la amenaza que la crisis económica suponía para la incipiente Transición española, y de la dificultad de aplicar programas de ajuste económico en un contexto democrático, el entonces vicepresidente segundo promovió un gran acuerdo con las principales fuerzas sociales y políticas sobre la cuestión. El tiempo ha demostrado lo acertado de las medidas entonces adoptadas, que permitieron estabilizar la situación económica, impidiendo el agravamiento de la crisis. Pero también ha probado lo acertado del procedimiento, precursor del diálogo social que tan beneficioso ha sido para la economía española.

Solía decir Enrique Fuentes que había sido un privilegio para él participar en todos estos hitos de la política económica española. El privilegio ha sido para nuestro país tener a una persona de su talla como director ocasional e inspirador intelectual permanente de su política económica.

Pedro Solbes. Ministro de Economía y Hacienda

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