Un empresario en la patronal
Tras 23 años en la presidencia de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), José María Cuevas deja una patronal institucionalmente consolidada, con el sesgo profesional diseñado en los ochenta suficientemente reconocible y con la autonomía y despolitización precisas como para defender sus planteamientos económicos con autoridad. El presidente saliente conocía los resortes del asociacionismo como nadie y ha ido transformando el movimiento patronal a medida que mutaba el sistema económico desde el intervencionismo franquista hacia la economía de mercado. Ha firmado acuerdos con Gobiernos de todo el arco ideológico y ha buscado el compromiso con el movimiento sindical hasta macerar una legislación que pueda mirarse a la cara con la de la UE.
Pero la conformación del movimiento patronal no ha concluido, a juzgar por las señales que ayer envió la asamblea de los empresarios que ratificó el relevo en la dirección. El tiovivo permanente que es la actividad económica somete a todos sus agentes a cambios continuos, y la CEOE no podía ser ajena a ellos. Por ello, el relevo de Cuevas, sin perder la tendencia de la continuidad, puede suponer un giro en el comportamiento de la patronal. El estreno de Gerardo Díaz Ferrán da algunas pistas de por dónde pueden ir las cosas. Con más bagaje empresarial y menos anclaje institucional que su antecesor, más bregado en las cuentas de resultados que en templar con mano izquierda conflictos políticos, el nuevo patrón de patronos apuesta por acelerar el debate económico.
Tras una legislatura en que la política económica no pasa de meros engrases de la rueda que pusieron en marcha Solbes y Rato entre 1993 y 1998, la patronal apuesta por un diálogo social permanente, pero más ejecutivo que formal, y por ganar eficiencia económica traspasando espacios de gestión desde la iniciativa pública a la privada. 'La mejor empresa pública es la que no existe', sentenció ayer gráficamente Díaz Ferrán, para aclarar que 'todos los servicios que hoy tienen gestión pública pueden pasar a tenerla privada' con una mejora notable en el desempeño.
Ratificó la defensa patronal de la unidad de mercado, así como una apuesta por unos organismos reguladores autónomos y competentes que blinden con garantías jurídicas el libre desenvolvimiento de las empresas en el mundo de los negocios. Además, pidió a los políticos que no pierdan el hilo de los grandes consensos sociales que han facilitado el progreso.
Pero más allá de la ubicación ideológica de la CEOE, Díaz Ferrán debe desbrozar el terreno para ajustar el papel de la patronal entre las empresas. La heterogeneidad del tejido productivo, con sociedades de gran tamaño y millares de pymes en competencia, donde buena parte de las empresas aprovechan las servidumbres de otras para obtener rentabilidad, aconseja ajustar el papel y mensaje de la organización para ser representante efectivo de todos. La afloración de nuevas fórmulas de asociacionismo, por específica que sea la reivindicación que abanderen, es un síntoma de vacío de representatividad que alguien que ha comenzado de peón en la CEOE como Ferrán conoce bien, y que debe apresurarse a subsanar. Bienvenido.