Recuperar la confianza perdida
Los inversores extranjeros constituyen una masa heterogénea de comportamiento habitualmente gregario que, en un momento determinado, pueden elevar un mercado a la gloria o sumergirlo en el fango, según inviertan o retiren su dinero. Estos inversores son los denominados institucionales, donde se agrupan fondos de inversión, planes de pensiones, aseguradoras y otras instituciones de inversión colectiva que gestionan ingentes volúmenes de dinero.
Los inversores extranjeros son severos examinadores de la situación económica y financiera de un país y hacen de la confianza y de la seguridad la máxima principal de su inversión, por encima del potencial de ganancia.
Los mercados emergentes son un escenario idóneo para analizar el comportamiento de los inversores internacionales. El mercado de deuda -también el de valores- de estos países suele sufrir auténticos bandazos cuando se produce un cambio de Gobierno o se anuncian reformas económicas extremas o radicales. Lo que menos quiere un inversor internacional es inseguridad y, en ese sentido, puede afirmarse estamos ante un inversor conservador, poco amigo de los cambios.
A lo largo de la última semana, la Bolsa española ha sufrido un duro castigo que comenzó en el sector inmobiliario, pero que se ha extendido a todo el mercado. España ha caído mientras Europa subía, abriendo una brecha que hasta hace poco era a la inversa.
De repente, los internacionales han perdido la confianza en el mercado español y han vendido España en bloque, sin hacer distingos entre unas compañías y otras. Tras esa pérdida de confianza residen dos hechos relevantes: la crisis del sector inmobiliario y la de la CNMV.
En la Bolsa española aún hay buenas oportunidades de inversión. Pero con el ciclo económico muy avanzado y la inseguridad generada por los últimos acontecimientos, el inversor internacional se ha asustado. Como un animal salvaje, es más fácil ahuyentarlo que ganarse su confianza.