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Tribuna
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Francia, entre el refugio y la ruptura

Tras la primera vuelta de los comicios presidenciales, los franceses tienen ahora una elección clara, según el autor. En su opinión, si optan por el cambio, la victoria será para el candidato conservador, Nicolas Sarkozy; si se decantan por mantener la ilusión de Francia como un refugio, el sillón del Elíseo lo ocupará la socialista Ségolène Royal

La primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas no ha deparado grandes sorpresas. Tal y como pronosticaban las encuestas, los candidatos de los dos partidos mayoritarios, la socialista Ségolène Royal, y el conservador del UMP Nicolas Sarkozy, han sido los elegidos para la segunda vuelta del 6 de mayo.

La gran participación, con un 83,78% de votantes, una de las más altas de la V República, confirma la importancia que otorgan los votantes franceses a estas elecciones. El gran triunfador ha sido Sarkozy, con un 31,18%, el mejor resultado alcanzado nunca por un candidato conservador. Royal, con un 25,87% de los votos, queda muy lejos del 43,2% que cosechó Mitterrand en la primera vuelta de 1974. Contrariamente a la sorpresa de las anteriores elecciones, los votantes franceses han optado por el voto útil. En esta ocasión Jean-Marie Le Pen ha conseguido sólo un 10,44% de los votos y el candidato centrista de la UDF, François Bayrou, un 18,57%.

Sarkozy se ha beneficiado en la primera vuelta de votantes que optaron por Le Pen en las anteriores elecciones presidenciales. Su propuesta de crear un nuevo ministerio para la inmigración y la identidad nacional ha sido un guiño claro a los votantes de ultraderecha que le ha dado resultado. Desde su punto de vista, el gran problema al que se enfrenta Francia es que el trabajo 'no se incentiva y no tiene valor'. De todos los candidatos él ha sido el que más propuestas concretas ha presentado y el más directo en su mensaje de ruptura con el actual sistema.

El gran problema para Sarkozy es su personalidad (controladora, abrasiva y agresiva) que genera mucho rechazo e incluso temor, lo que le hará difícil atraer a votantes de centro. Al mismo tiempo, su agresividad verbal y su mensaje rupturista han generado preocupación en una sociedad conservadora y con mucho temor al cambio.

Por su parte, Royal también se encuentra con dificultades. Por un lado, no cuenta con el apoyo de gran parte de su partido. Los dinosaurios socialistas la han rechazado desde el primer día, resintiéndose el apoyo que tiene entre los votantes de base que la auparon a la candidatura presidencial en las primarias del Partido Socialista (PS), y le han puesto zancadillas durante toda la campaña electoral. Al mismo tiempo, la vaguedad de sus propuestas y sus constantes cambios de opinión generan incertidumbre.

Desde su elección como candidata del PS, Royal ha fracasado en su intento de articular una visión para Francia, una narrativa que haga su discurso ilusionante y creíble, más allá de su atractivo personal. Royal ha hecho grandes esfuerzos para conectar con los votantes, pero con su intento de satisfacer a todos (un día ama a los inmigrantes, al día siguiente a los policías…), ha presentado un programa electoral poco creíble que mezcla aspectos del socialismo más rancio con ideas socialdemócratas y ha hecho promesas que claramente no se pueden financiar, alienando de paso a casi todo el mundo empresarial.

Además ha sido muy poco concreta en sus propuestas (ha sido capaz de dar entrevistas de horas sin responder a ninguna pregunta de forma específica), lo que ha desdibujado aún más su candidatura y ha generado dudas sobre su preparación para ser presidenta. Hay también dudas sobre si la sociedad francesa esta lista para aceptar a una mujer como presidente. La pregunta lapidaria (y reaccionaria) de su correligionario, Laurent Fabius, durante las primarias de su partido ('¿quién cuidará a los niños?') puso el dedo sobre la llaga.

Por último, el cómputo total de votantes de izquierdas ha disminuido. En la primera vuelta el cómputo global de votos a partidos de izquierda ha sido de aproximadamente un 38%, por debajo del 43% del 2002, lo que parece indicar que a pesar de tener un Gobierno conservador impopular, Francia ha girado hacia la derecha. Tras 12 años de un Gobierno errático y que ha fracasado en resolver los problemas estructurales del país, éstas deberían de haber sido unas elecciones fáciles para los socialistas, que sin embargo no han sabido capitalizar el descontento con Chirac y con el Gobierno de la UMP.

El resultado de la segunda vuelta es difícil de predecir. La clave del éxito estará en unir a los franceses y atraer a los votantes de centro. Los franceses tienen ante sí una elección clara: entre un candidato que promete ruptura y que se compromete a actuar para atacar los problemas del país (Sarkozy) y otra que promete una 'revolución suave' (Royal). Si se decantan por el cambio ganará Sarkozy, si por el contrario prefieren mantener la ilusión de Francia como un refugio, Royal será la ganadora.

Sebastián Royo. Decano en la Universidad de Suffolk en Boston, director de su campus en Madrid, y codirector del seminario de Estudios Ibéricos de Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Harvard

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