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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El ajuste natural de la vivienda

El Ministerio de la Vivienda presentó ayer los primeros datos del año sobre precios de las casas, y los pronósticos de que se acentuaría la tendencia a la moderación se confirman, con un encarecimiento del 7,2% en tasa interanual en el primer trimestre. Es el menor avance desde 1999. La subida, inferior a dos dígitos por tercer trimestre consecutivo, corrobora el aterrizaje suave y, con ello, el mejor de los escenarios posibles. Además, hace más plausible que a medio plazo los repuntes lleguen a equipararse a la evolución del IPC. Frente a los agoreros que predijeron un ajuste brusco, el mercado asiste a una corrección progresiva de la que en principio no cabe esperar efectos dramáticos sobre la economía ni el sistema financiero.

El hecho de que en tasa interanual no haya todavía ni una sola provincia española en la caigan los precios muestra que el mercado ofrece todavía señales de vigor y se ajusta con tranquilidad. Lo hace, además, sin apenas intervención pública. Por más que la ministra María Antonia Trujillo resaltara ayer una caída del 60% en el ritmo de crecimiento de los precios desde la creación del departamento, lo cierto es que más allá de situar el problema de la vivienda en el lugar que le corresponde entre las preocupaciones de los españoles, la voluntad política no basta para frenarlos cuando se habla de vivienda libre si no hay cambios estructurales muy decididos en la política del suelo, del alquiler o en la fiscalidad, cuyos efectos, además, tardarían en notarse.

La desaceleración se produce ni más ni menos porque los elementos impulsores de la demanda empiezan a agotarse, suben los tipos y se reduce el atractivo de los préstamos y la capacidad de compra de las familias. Además, los bancos, cuya contribución ha sido determinante, ya no tienen tanto margen para mejorar las condiciones. El mercado inmobiliario ha sido la locomotora de la economía española. Lo mejor es que se desacelere poco a poco y se evite un frenazo brusco que haga que descarrille el tren entero.

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