Berlín muestra su horror al mundo
En el lugar donde se encontraba el cuartel general de la Gestapo se erige la Topografía de Terror.
Este año, Berlín celebra su 770 aniversario, pero también cumplirá toda una década enseñando lo peor de su historia: el lugar donde la Gestapo diseñó y perpetró uno de los mayores genocidios de la historia. La Tipografía del Terror destapa sus entrañas para dar una idea del horror que tuvieron que padecer aquellos intelectuales, políticos, periodistas, sindicalistas y científicos que fueron recluidos allí previo destino a los campos de concentración.
Pocas guías turísticas lo incluyen en sus recomendaciones e incluso resulta complicado localizarlo preguntando a los berlineses. Sin embargo, ahí está. En pleno centro, al lado del edificio Martin Gropius, en el área conocida como Prinz-Albrecht-Gelände (actual calle Niederkirchnerstrasse, número 8). Su entrada, desoladora, apenas está franqueada por una caseta donde se pueden recoger uno de los pocos folletos que edita la ciudad en español. Después, el terror, desnudo y sin enmascaramiento.
Por debajo del nivel actual del suelo, la muestra exhibe las celdas donde fueron interrogados, torturados y exterminados las mentes pensantes de Alemania en la etapa de Adolf Hitler. Pedazos de paredes con algunas palabras grabadas que fueron encontradas en las excavaciones realizadas en el verano de 1986 a propósito del 750 aniversario de la fundación de Berlín.
Cuando el coronel Chuikov irrumpió en el lugar sólo había seis prisioneros vivos
Donde hoy sólo existen escombros y restos de celdas estuvo entre 1933 y 1945 la oficina central de la Policía Secreta del Estado (Gestapo) y la Jefatura de la SS (Reichsführung SS). Desde este lugar se organizó la persecución de quienes atentaban contra el sistema alemán, aquí era donde se entregaban los documentos de las patrullas de exterminio y lo que era más importante, donde se decidía el destino final de quienes ocupaban alguna de las 38 celdas que componen esta prisión provisional.
La mayoría de los 30.000 detenidos en estas dependencias, ilustres de aquella época, pasaron sólo unas cuantos días o semanas, pero hubo también quien estuvo años. Sus paredes albergaron políticos como el socialista Kurt Schumacher, encarcelado durante cuatro meses en esta prisión de la que saldría para los campos de concentración, una etapa de su vida que luego recordaría cuando en 1946 fuese nombrado presidente del Partido Socialdemócrata alemán. Más de un año, otro socialista, Rudolf Breitscheid. El científico Kurt Lehmann o el pacifista Berthold Jacob compartieron dolor y desesperación.
Desde estas instalaciones partió la idea de crear 20 campos de concentración y Rudolf Dies, primer director de la Gestapo, y Heinrich Himmler, cabeza de las SS y director de la policía alemana hasta que fuera nombrado ministro de Interior en 1943, tomarían la decisión de realizar el holocausto judío.
Hoy una niña mira -probablemente sin encontrar explicación- las fotografías de estos artífices del horror. Tampoco los prisioneros que estuvieron hacinados en ese lugar comprendieron lo que les estaba ocurriendo, y la mayoría no perdió la esperanza de que alguien les viniera a rescatar cuando el 3 de febrero de 1945, los bombardeos de los aliados dañaron seriamente el edificio y la prisión. Pero, a pesar de no disponer de agua, ni de luz, la Gestapo prosiguió con sus atrocidades.
Incluso cuando ya no había nada que hacer ante la irrupción en Berlín de las tropas soviéticas, varios oficiales cogieron a los prisioneros retenidos allí, los llevaron a otro lugar y los ejecutaron. Ocurrió durante los días 23 y 24 de abril de 1945, tan sólo dos días antes de que el coronel Chuikov llegara a la sede del cuartel general. Cuando abrió las puertas de la prisión, sólo había seis prisioneros vivos y casi todos los oficiales de la policía alemana estaban huidos. Por suerte, algunos de ellos fueron descubiertos, como Himmler, quien antes de ser apresado en el Reino Unido, decidió suicidarse con veneno. Lo mismo que su mentor, Adolf Hitler.
Huellas que no pueden borrarse
Los ataques aéreos de los aliados redujeron a escombros los edificios gubernamentales más emblemáticos del III Reich, allí situados. En los años cincuenta, ninguno de ellos quedó en pie. Después de la guerra, la zona cayó en el olvido y no sería hasta finales de los setenta cuando este lugar volvería a ser descubierto. Hace ahora casi veinte años, en 1987, y como parte de las celebraciones del aniversario de Berlín, se abrió el acceso al público a esta zona.Tiempo después se creó una exposición permanente, diseñada por el suizo Peter Zumthor, y auspiciada por el entonces el ministro de Cultura, Volker Hassemer, quien convenció al Gobierno para poner en marcha, bajo la dirección del profesor Reinhard Rürup, una muestra permanente. Dos años después de la reunificación alemana, se constituyó la Fundación que lleva el nombre del museo.En 1995, se colocó la primera piedra de la actual Topografía del Terror y dos años después se abriría, por primera vez, al público.Su inauguración fue un éxito y un acierto para quienes pretenden borrar las huellas de lo que ocurrió en momentos previos a la II Guerra Mundial. Para los intelectuales que allí fueron torturados y asesinados, quizá el único rescate posible a estas alturas sea la memoria y el recuerdo que Berlín les rinde desde hace diez años.