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CincoSentidos

Verdades y errores sobre la trombosis del viajero

Si es usted de esos viajeros que suspiran aliviados tras un vuelo transoceánico al comprobar que han llegado sanos y salvos y sin rastro de la denominada trombosis del viajero (formación de coágulos, especialmente en las extremidades inferiores), aquí va una mala noticia: el riesgo de padecer esa patología se extiende a lo largo de todo un mes después de finalizar el trayecto.

'Aunque se puede pensar que el riesgo de trombosis termina cuando finaliza el viaje, este síndrome puede aparecer hasta semanas después. De hecho, algunos autores creen que podría aparecer hasta un mes después', explica el doctor Francesc Casals, hematólogo del Hospital Clinic de Barcelona y miembro del Comité Científico de La Fundación para el Estudio y Prevención de Enfermedades de las Venas (Esprev).

Precisamente por esa razón los expertos recomiendan a los viajeros adoptar precauciones como la de tomar una aspirina, que actúa como fármaco anticoagulante, al día siguiente del viaje y dar paseos a pie. 'Si queremos alargar al máximo la protección, deberíamos, además de andar después de un largo viaje, tomar como mínimo aspirina al día siguiente o mejor en días sucesivos, de esta forma no solo disminuiremos la incidencia de la trombosis, sino también la gravedad que ocasionaría el proceso si se produjese', advierte Casals.

El riesgo comienza en viajes de seis horas en coche, autobús o tren y cuatro en avión

Otra falsa idea sobre los factores desencadenantes de esta patología gira en torno a la creencia de que se produce únicamente a consecuencia de los viajes en avión y no en otros medios de transporte. El hematólogo del Hospital Clinic es tajante en este sentido: 'seis horas en coche, autobús o tren y cuatro horas en avión serían suficientes para definir el riesgo de trombosis'.

Atiborrarse de líquidos en el avión durante todo el viaje, una receta popular ampliamente extendida con el objetivo de reducir el riesgo, tampoco tiene soporte científico alguno. 'La ingesta abundante de líquidos sólo tiene un efecto beneficioso: el aumento de diuresis que produce provocará la necesidad de orinar y que el viajero se movilice durante el vuelo acudiendo a los lavabos', precisa Casals.

Los expertos en este trastorno recomiendan encarecidamente no consumir en exceso bebidas con gas durante los viajes en avión. En general, y a menos que se padezca alguna circunstancia que agrave el riesgo de experimentar una trombosis (en cuyo caso las precauciones a adoptar serán mayores), existen cuatro recomendaciones que deben tenerse en cuenta al la hora de prevenir este trastorno: no llevar ropa ajustada, colocarse calcetines compresivos, tomar aspirina el día antes del viaje y otro comprimido en los dos días posteriores y hacer ejercicio con las piernas durante el vuelo para evitar la inmovilidad. 'En el caso de presentar un riesgo elevado, deberían consultar a su médico para que les diese las medidas oportunas, sin importar la duración del viaje', señala el doctor Frances Casals.

Los datos más recientes sobre este trastorno apuntan a que aproximadamente el 2% de las personas que han sufrido una trombosis habían realizado previamente un viaje largo.

La flebitis y la insuficiencia cardiaca elevan el peligro

Puede ocurrirle a cualquier persona, pero hay determinados perfiles que tienen más posibilidades que otros. Según los expertos, el mayor riesgo de trombosis del viajero se presenta en personas que han padecido una flebitis o embolia de pulmón, que sufren de insuficiencia cardiaca o que tienen en su sangre un factor que les hace proclive a padecer ese trastorno.Un segundo grupo de factores, que apuntan a un riesgo moderado, incluye desde tomar anticonceptivos orales, haber tenido traumatismos recientes o intervenciones quirúrgicas, hasta contar con venas varicosas en las extremidades o ser enfermo de cáncer.

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