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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

A la conquista del mundo

Las empresas españolas están inmersas en un proceso de internacionalización tan extraordinario que, en pocos años, han recuperado el tiempo perdido durante décadas. Los datos no ofrecen duda. Las compañías que forman el Ibex obtuvieron el pasado año un 48% de su negocio en el exterior. Pero no sólo las grandes pisan fuerte en los mercados internacionales. Las pequeñas y medianas empresas que no forman parte del Ibex también se han unido al grupo de los nuevos conquistadores españoles y están desplegando sus redes fuera de España. De hecho, ya obtienen un 30% de su facturación en el exterior. Y lo más plausible es que gran parte de esta evolución se ha conseguido en los últimos cinco años.

La privatizaciones de empresas de servicios públicos en América Latina, desde mediados de los ochenta, fueron el punto de partida de este desarrollo, paralelo a la integración de España en la UE. Sin embargo, es a partir del último lustro cuando el aumento de ingresos extranjeros toma velocidad, hasta alcanzar un ritmo superior al de las ventas nacionales.

Aunque acertada, esta estrategia no está exenta de riesgos, como demostró el revés sufrido por las inversiones en América Latina entre 2002 y 2003, a causa de la crisis de las economías del área. Por eso cobra más relevancia el oportuno proceso diversificador que ahora acompaña a las inversiones, tanto por sectores como por áreas geográficas. Su mayor crecimiento, algo impensable hace pocos años, se está produciendo en Europa, donde las empresas han aumentado su apetito, al igual que en EE UU. Aunque se han dado pasos, queda pendiente la asignatura de Asia, especialmente el gigantesco mercado chino, mientras que el Este de Europa presenta enormes posibilidades, sobre todo al pujante sector constructor.

De este proceso, que demuestra cómo la deslocalización es una carretera de doble dirección, hay que sacar la lección de que el crecimiento sostenible va de la mano de afrontar sin complejos la globalización de los mercados, pero también de aumentar la competitividad. Y no sólo en los servicios y la construcción, el fuerte del negocio exterior de muchas empresa españolas, sino también en las manufacturas.

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