Una isla inmobiliaria
Manhattan, el barrio más conocido de Nueva York, es una isla y, además, en cuestiones inmobiliarias se comporta como tal: aislado del resto. Mientras en otras partes del país la vivienda se estabiliza, con alzas de precios más contenidas y ventas que tardan mucho más en cerrarse, en Manhattan hay que llevar la chequera preparada cuando se va a visitar potenciales casas en venta y el ánimo preparado para firmar un precio de infarto inmediatamente. Este es un fenómeno reciente. De 2007.
En 2004 y 2005 los precios de las viviendas crecieron alrededor del 18% y el 22%, respectivamente. En buena medida por la inversión de europeos que venían con sus euros a invertir en la capital del depreciado dólar. Sin embargo, el año pasado la revalorización ya sólo rondaba el 6%. Una ralentización coherente con la del resto del país. Los carteles de 'se vende' se mantenían durante semanas en verano y otoño.
Pero en invierno ocurrieron dos cosas importantes que han dado la vuelta a esta tendencia este año. La primera es que a finales de 2006 se concedieron unos bonos en el sector financiero de 23.000 millones de dólares, un 17% más que el año anterior. Muchos de los que se llevaron los abultados cheques trabajan en Manhattan y viven en este barrio o en Brooklyn, la otra zona donde se desafía a la estabilización de precios y ventas del resto del país. El comienzo de año ha visto como estos millones se transforman en ladrillos.
El segundo fenómeno es que el mercado del alquiler, muy sobrecalentado, empezó a dar los primeros y lentos signos de agotamiento en otoño. Fue precisamente el encarecimiento de la vivienda durante los años del boom lo que disparó el alquiler. Los precios de compra convirtieron a muchos ciudadanos, que ya no se podían permitir una hipoteca, en inquilinos y la tasa de apartamentos en alquiler vacantes cayó a niveles históricos. En mayo del año pasado era del 0,43% cuando en 2002, en el momento en el que todo el mundo compraba (o se iba de Nueva York para alejarse de la zona cero del 11-S), los pisos de alquiler vacíos eran el 3,5%, según datos de Citi Habitats citados por The New York Times.
Con semejantes porcentajes, las subidas de rentas llegaron a rondar el año pasado el 20%, tres veces más de lo que se había producido en años precedentes. Estudios de 50 metros se cotizaban por encima de 3.000 dólares al mes en los barrios mejor comunicados, aunque el alza llegó a todas las áreas.
Para el bolsillo de quienes alquilaban, 2006 fue tal agujero que muchos de ellos han decidido este año lanzarse a por la hipoteca. Fritz Frigan director de la inmobiliaria Halstead, confirmaba en su último boletín sobre el mercado que los potenciales arrendatarios 'han abandonado el mercado y se han decantado por la compra'. Las cuentas salen: quien puede pagar 6.000 dólares al mes de alquiler (una cifra no muy descabellada en la ciudad) puede pedir una hipoteca de un millón. A los dueños de las casas de alquiler Frigan les recomienda prudencia a la hora de poner precios.
Está por ver que les escuchen. En cualquier caso donde, de nuevo, ya no hay prudencia es en las ventas. Según la tasadora Jonathan Miller, en enero se han firmado en Nueva York un 19,4% más de contratos de compra que en el mismo mes del año pasado y los precios son un 14,4% más elevados. Y subirán más porque los inventarios bajan. Toda una isla inmobiliaria en EE UU.