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Crónica de Manhattan
Crónica
Texto informativo con interpretación

Predicar y dar trigo, un arte

Hay veces en las que ocurren cosas a la vez, de forma no premeditada, y esta coincidencia pone muy en evidencia cómo una cosa es predicar y otra dar trigo.

Dubai Ports, una compañía controlada por el emirato del mismo nombre, compró en 2006 el operador británico de puertos P&O por 6.800 millones de dólares. El acuerdo le daba la llave de la gestión de puertos de medio mundo. En EE UU, sin embargo, le abrió la puerta a un mundo de contradicciones políticas, populismos y, hasta cierto punto, surrealismo. El motivo es que a varios políticos, especialmente en el Partido Demócrata, no les convencía que una empresa árabe controlara media docena de puertos, y menos cuando las recomendaciones para ampliar las medidas de seguridad sugeridas por la comisión del 11-S casi no se habían puesto en marcha. El senador Charles Schumer esgrimió el argumento de la seguridad nacional y a Dubai Ports (DP) no le quedó otra opción que acordar la venta de sus activos en EE UU. Una filial de AIG los compraría.

El acuerdo se cerró en diciembre, pero su historia no. Esta semana, la Autoridad Portuaria de New Jersey y Nueva York, un órgano de los dos estados, dijo que no aprobaba la transacción si no le daban una parte de los beneficios que DP tendría con la venta, cuyos términos económicos, por cierto, se desconocen. El 15 de febrero, la Autoridad Portuaria dijo a las partes que en el precio se deben haber reflejado mejoras que han hecho ellos y eso les hace acreedores de 83 millones de dólares. De ellos, unos 30 millones son por las mejoras y 50 más como compromiso de inversión de AIG.

DP llama a esto 'comisión' y tanto ellos como AIG se niegan a pagarla además de considerar la petición inaudita. Schumer le llama 'rescate de secuestro' y ha recordado a la Autoridad Portuaria que tiene derecho de aprobar o no el acuerdo (como ya lo han aprobado otras agencias de otros estados), pero no modificarlo. Ellos discrepan. El senador de New Jersey Robert Menéndez, recordó a la administración portuaria que 'esto no es una transacción de negocios sólo, sino también un asunto de seguridad nacional', y junto a Schumer dice que presionará a los gobernadores de los estados responsables de esta agencia.

Con un desenlace incierto, el caso sigue abierto, pero la semana pasada quiso la casualidad que coincidiera con las llamadas de atención a Japón por parte de Susan Schwab, representante de Comercio de EE UU. Según Financial Times, Schwab manifestó su preocupación porque las entidades americanas perdieran competitividad en este país tras la privatización de Japan Post, la mayor entidad financiera del mundo.

La forma en la que se va a hacer este proceso crea dudas en Washington sobre si las entidades americanas serán tratadas injustamente en este mercado y Schwab ha dicho que en Washington se está dispuesto a llegar al litigio. También le preocupa que a las americanas se les ha dado un papel muy limitado en la privatización.

Una tercera coincidencia es que hace unos días se empezó a debatir en el Congreso el endurecimiento de los controles del Gobierno a las inversiones extranjeras en compañías americanas.

Es algo que complica la tarea de Schwab, porque con estos mimbres no es fácil argumentar que se está contra la intervención o desmontar los argumentos que la amparan. Predicar y dar trigo a la vez es un arte difícil.

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