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Motor

La industria gana la 'guerra de las emisiones'

La CE prevé aprobar hoy una normativa suave sobre el CO2

Hoy debería ser el día en que la industria del motor conociese los planes de reducción respecto a las emisiones de CO2 que le impone el Gobierno de la Unión Europea para los próximos años. Pero no será así, dado que las empresas que fabrican y venden coches en Europa ya conocen qué les va a exigir el organismo comunitario para los próximos años: 130 gramos por kilómetro recorrido hasta el año 2012. Esta cifra no supone una gran reducción de los niveles propuestos en 1998, toda vez que apenas supone un 7% más de lo propuesto hace nueve años para que se cumpliese en 2008, pero se concede a la industria cuatro años más.

En 1998, industria y UE ya llegaron a un acuerdo voluntario. Este pacto suscrito entre Bruselas y las asociaciones de fabricantes de coches de Europa, Japón y Corea del Sur -ACEA, JAMA y KAMA, respectivamente- comprometía a los fabricantes a comercializar antes del año 2000, vehículos que emitan menos de 120 gramos de dióxido de carbono por cada kilómetro recorrido. Además, deberían lograr en el ejercicio 2008 una media de 140 g CO2/km como media de los coches nuevos vendidos en la UE por los fabricantes afiliados a ACEA.

Si se hubiese cumplido, se habría reducido en un 25% las emisiones de CO2 en relación con 1995. Pero no se cumplieron. El último informe de la CE y ACEA sobre la marcha de esos compromisos, publicado en agosto de 2006 indicaba que la media de emisiones de un coches medios tienen unas emisiones de 161 gramos por kilómetro, lo cual supone una reducción del 13% en relación con 1995. Los coches que emiten menos de 140 gramos suponen el 29,6%; los que emiten menos de 120 gramos, el 8%. Los que emiten más de 160 gramos suponen todavía el 36,4%.

El presidente de la CE, José Manuel Durão Barroso llegó ayer a rebajar a 120 gramos por kilómetro recorrido la previsión para 2012, y afirmó que los 10 gramos restantes deberán proceder de las innovaciones de otras industrias relacionadas, sobre todo en la de los combustibles.

La nueva normativa tiene visos de no contentar a nadie. ACEA no se mostró ayer conforme con las nuevas exigencias. 'Estamos comprometidos con la lucha contra el calentamiento global conjuntamente con cualquier otro actor', aseguró ayer la portavoz del lobby de los fabricantes, Sigrid de Vries. 'Pero poner la carga sobre todo sobre la industria de la automoción es demasiado costoso y no es rentable, y llevará a la pérdida de puestos de trabajo e instalaciones industriales en Europa'. Los grupos ecologistas tampoco se mostraron muy felices. La organización T&E (el mayor grupo de presión para un transporte sostenible) aseguró que la norma se ha quedado corta y debería haber exigido 120 gramos por kilómetro 'directamente'.

En cualquier caso, las multinacionales de la automoción tampoco forman un bloque compacto. Básicamente, los alemanes van por un lado, y el resto, por otro. El presidente de Porche, Wendelin Wiedeking, por ejemplo se ha sumado a sus rivales Volkswagen y DaimlerChrysler para protestar por el tope obligatorio a las emisiones de dióxido de carbono en la UE, medida que, según él, favorece a compañías como Renault y Fiat que producen vehículos más pequeños. 'Esta es una guerra de negocios en Europa'', aseguró a sus accionistas.

El proyecto ha provocado un grave cisma en la CE

El comisario de Medio Ambiente, Stavros Dimas, probablemente nunca imaginó que cumplir un compromiso adquirido por Bruselas en 1998 podría acarrearle tantos problemas. Pero la propuesta del político griego para plasmar en una directiva los acuerdos suscritos por la CE y la patronal del automóvil en aquel año le han convertido en la diana del sector.El comisario, por error de cálculo o de realismo político, encaró la batalla sin percatarse de que el enemigo a batir ya se había infiltrado en sus propias filas. El comisario alemán, Günter Verheugen, creó nada más asumir su cargo de vicepresidente y titular de Industria un grupo de alto nivel (CARS21) para potenciar la competitividad del sector automovilístico europeo. En ese grupo figuran nada menos que los presidentes de Ford, Volvo, Fiat y Renault.Y de sus reuniones ha salido la munición que ha permitido a Verheugen, con la inestimable ayuda del presidente de la CE, José Manuel Barroso, dinamitar la iniciativa del comisario de Medio Ambiente.Barroso y Verheugen se han convertido en los abanderados del 'planteamiento integral' que CARS21 (donde sólo uno de los 20 miembros representa a alguna organización medioambiental) defiende como solución a las emisiones de CO2 en la industria.Su tesis principal radica en que el esfuerzo para limitar la contaminación debe apoyarse también en medidas fiscales, cambios de actitud del consumidor y disponibilidad de combustibles alternativos. Dimas ha acabado rindiéndose a la presión de sus propios compañeros y hoy aceptará que la futura ley sólo exija, como media, 130 gramos de emisiones de dióxido de carbono por kilómetro a los coches que se vendan en Europa a partir de 2012.La cifra, que todavía podría elevarse durante la negociación en el Parlamento europeo y entre los 27 países de la UE, sólo añade un 7% más de esfuerzo al compromiso que la patronal aceptó en 1998.

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