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Tribuna
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La internacionalización fiscal de las energéticas

La heterogeneidad de los sistemas fiscales genera a las empresas que operan en diversos países costes adicionales al de los impuestos propiamente dichos, según el autor, que subraya cómo esta situación se complica en el caso de los sectores regulados, como el energético

El proceso de internacionalización de las empresas españolas implica un aumento de la complejidad de su fiscalidad y del coste relacionado con el cumplimiento de sus obligaciones fiscales.

La heterogeneidad en cuanto a sistemas fiscales genera a las empresas que operan en diversos países costes adicionales al de los impuestos propiamente dichos, siendo el más significativo el coste derivado de lograr una gestión supranacional segura y eficiente.

La cuestión se complica en el caso de aquellas empresas que operan en un sector regulado, como es el caso del energético, al ser éste un sector básico y estratégico para la mayoría de los países y que de forma directa o indirecta contribuye significativamente a los ingresos presupuestarios.

Imaginemos una empresa española que invierta en Brasil: además de sus impuestos españoles tendrá que gestionar diversos impuestos brasileños, hasta 47 en algunos casos, que pueden o no tener sus equivalentes en el marco de nuestro sistema tributario.

Así, por ejemplo, si la empresa que opera en el sector energético extrae petróleo, supongamos, se enfrentará a regulaciones específicas que graven la extracción de crudo, probablemente sin equivalente español y que, por ser tan específicos, son tan variados de un país a otro que probablemente haya más tipos de tributos sobre la extracción de petróleo que países. Igualmente, si una empresa del sector energético se dedica a la generación de electricidad deberá considerar y gestionar en cada jurisdicción en la que opere las implicaciones prácticas de las múltiples y variadas medidas de política fiscal y energética que cada Gobierno implante para, por ejemplo, favorecer determinados métodos de producción. Es el caso, entre muchos otros, de los créditos fiscales americanos a compañías generadoras de energías renovables, de los impuestos ecológicos, etcétera. Por si esto fuera poco, no podemos olvidarnos de los diversos impuestos y tasas locales, municipales, etcétera. En síntesis, un enjambre de normas y sistemas no coordinados entre sí que, si no se atienden debidamente, resultan en un coste fiscal desproporcionado y que aun cuando se atienden debidamente ocasionan un coste de gestión fiscal más que considerable.

La gestión fiscal se complica tras la entrada en vigor de la sección 404 del Acta Sarbanes-Oxley (S-O 404), así como del nuevo entorno regulatorio en los diferentes países que hace necesario incrementar los controles internos relacionados con la preparación y presentación de las obligaciones fiscales de las filiales de los grupos empresariales. No puede despreciarse ni el impacto, no sólo económico sino de imagen, ni el riesgo inherente que las deficiencias en los procesos de preparación y presentación de declaraciones fiscales de las filiales pueden implicar.

Aunque son innegables las ventajas que los nuevos sistemas de gestión financiero administrativos implementados por los grupos empresariales han representado: control y optimización de la trazabilidad del negocio, reducción de costes, información accesible, etcétera, los departamentos fiscales han sido generalmente los más olvidados en la parametrización y automatización de los procesos de gestión. Este perjuicio ha venido históricamente motivado por: la complejidad y diversidad legislativa en materia fiscal; el impacto marginal de los procesos fiscales en el conjunto de procesos a pesar del gran impacto de la carga fiscal en los estados financieros de las compañías, y el histórico desapego de los departamentos fiscales por la tecnología.

La creciente complejidad de los sistemas fiscales con múltiples impuestos nacionales, estatales, locales, impuestos específicos para el sector energético, la mayor dificultad en el cumplimiento de las obligaciones formales en el ámbito de la gestión tributaria y la nunca suficiente relevancia que se ha dado a los departamentos fiscales, haría alarmarse a cualquier directivo. Sin embargo, nuestras empresas han aceptado el reto, están adaptándose a este entorno, y expandiéndose a nivel internacional.

Como decía Pedro Calderón de la Barca, 'casa con dos puertas, mala es de guardar'. En un mundo cada vez más globalizado, es necesario para nuestras empresas la internacionalización, pero deben tener controladas todas las 'puertas' para evitar sorpresas desagradables.

Miguel Arias Socio director responsable del área Global Tax Outsourcing Services de KPMG Abogados.

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