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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El prisma de las exportaciones

El euro tocó la semana pasada máximos frente al dólar (casi 1,34 dólares) y está en su cota más alta en 20 meses. El escenario de diferencial de tipos y la consolidación del crecimiento de la zona euro frente a EE UU explican una apreciación que, según los expertos, va a continuar. ¿Cómo puede afectar esto a unas exportaciones españolas urgidas de crecimiento? Hay dos maneras de considerar este impacto: desde las amenazas o desde las oportunidades.

La receta es sabida. Un euro fuerte frente al dólar es una amenaza porque, entre otras cosas, erosiona la competitividad de los grupos exportadores que venden a EE UU, Asia o América Latina; también porque limita la apertura de nuevos mercados y obliga a rebajar márgenes para seguir vendiendo. Sin embargo, un euro fuerte también es una fuente de oportunidades, porque reduce costes al abaratar las importaciones desde terceros y, principalmente, rebaja la factura energética -que se paga en dólares- y, por tanto, atenúa la presión inflacionista del petróleo y otras materias primas. Además, su impacto negativo sobre los precios de venta queda amortiguado porque el grueso de las exportaciones españolas se concentra en los países de la zona euro y, en el resto, los seguros de cambio limitan las consecuencias.

Las autoridades de Comercio Exterior añaden a la lista de oportunidades que una moneda única fuerte da poder a la capacidad inversora española en terceros países. A todo ello se podría sumar que agiliza las reestructuraciones empresariales y obliga a aumentar la productividad. Bien está que las autoridades interpreten la realidad con el prisma de la botella medio llena. Así lo han hecho los ministros del Ecofin, quienes, menos Francia, han quitado hierro a la fortaleza del euro. Pero sería un craso error olvidar que la otra mitad de la botella sigue vacía. Porque el euro fuerte es un factor más contra la competitividad que sumar al diferencial de inflación, y la economía española tiene una ineludible necesidad de mejorar sus exportaciones para equilibrar el crecimiento. Y para ello hace falta crecer en nuevos mercados.

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