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Crónica de Manhattan
Crónica
Texto informativo con interpretación

Nueva mirada al comercio

Por si la derrota electoral no hubiera sido suficiente revés para George Bush, su propio partido, el Congreso, le encajó otro golpe directo esta semana, sólo días antes de su primer viaje al extranjero tras la cita electoral. La Cámara de Representantes, dominada aún por su partido, no pasó una ley para autorizar la normalización permanente de las relaciones comerciales con Vietnam.

Precisamente este país ha sido la primera parada de la gira de un debilitado Bush que ha participado el fin de semana en la cumbre de la APEC. Vietnam se unirá en breve a la OMC, pero sin esta normalización de relaciones, una reliquia de la guerra fría, EE UU no podrá participar plenamente del mercado abierto de este país. El presidente querría haberse llevado este acuerdo para mostrar al Gobierno comunista su compromiso comercial, además de reforzar así su discurso a favor del libre mercado.

Pero no ha podido ser. 60 republicanos se opusieron en la votación. No fue tanto por el fondo sino por la forma, ya que el asunto se había metido en la agenda de sesiones muy rápidamente y sin querer someterlo a debate. Al no tener la mayoría necesaria, se ha pospuesto un segundo voto sobre esto a diciembre, antes de que en enero llegue la mayoría demócrata al Congreso.

Es cuando se espera un cambio de actitud frente al libre comercio. Muchos demócratas se han ganado fama de proteccionistas. Hablan de proteger a las industrias locales y a la clase media de algunas regiones, que ha visto cómo sus puestos de trabajo desaparecían y se creaban en un país en desarrollo. Apenas una docena apoyó el Cafta (acuerdo de libre comercio para Centroamérica) en 2005 y son los que más critican a China.

Por ello se esperan más dificultades a la hora de abordar estos temas y el relanzamiento de la ronda de Doha. También se da por descontado que en julio el Congreso no renovará el fast track a Bush cuando el actual mandato expire. Esta potestad permite al presidente negociar acuerdos que los legisladores aprueban o no, pero no pueden enmendar.

Algunos demócratas han basado su campaña no sólo en el desastre de Irak, sino también en el descontento por los resultados del libre comercio. Sherrod Brown, que ganó las elecciones en Ohio, fue uno de ellos.

Brown hizo uno de sus anuncios en una fábrica abandonada. Allí acusaba a su competidor republicano de haber concedido demasiada autoridad comercial a Bush. El resultado era esa desolación. En Misuri, Indiana, Iowa o Kansas, los candidatos ganadores también han hecho campaña anti free-trade.

Esta beligerancia puede ser engañosa. Este es el partido que apoyó a Bill Clinton para sellar el Nafta. Charles Rangel, el senador demócrata que puede presidir un vital comité económico, asegura que no están opuestos a la apertura del comercio mundial, pero objetan que se llegue a acuerdos en los que no se incida en cuestiones como derechos humanos o estándares laborales y medioambientales.

Rangel cree que será más fácil llegar a pactos con Bush en estos temas que en la reforma de las pensiones. De hecho, dice que renovaría el fast track al presidente si éste se compromete a considerar sus preocupaciones, algo que muchos economistas critican.

De momento, él, la futura líder en la Cámara, Nancy Pelosi, y 88 demócratas más votaron a favor de normalizar las relaciones con Vietnam a la que se opusieron tantos republicanos.

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