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La columna de Jack y Suzy Welch

La importancia de un mando claro

Cómo explica el desastre de Hewlett Packard? -Phoenix, Arizona.

En primer lugar, cuando se observan las crisis en materia de organización, parecería que personas inteligentes y sensatas cometen en ocasiones actos alocados. Pero, una vez dicho esto, todavía se ignora quién hizo qué cosas equivocadas en HP. Tal vez, cuando se despeje la neblina, se logrará entender qué individuos fueron responsables por el desafortunado episodio.

Pero, en medio de la actual intriga, existe el hecho de que lo sucedido en HP vuelve a confirmar, una vez más, que los expertos en buen gobierno están equivocados cuando defienden una de sus causas favoritas, la separación entre el presidente y el presidente del consejo. Por cierto, algunos grupos autodesignados de vigilancia que evalúan las juntas directivas, asignan múltiples puntos a esa separación. Y sin embargo, pese a que hacen propaganda de tono elevado acerca de por qué esos roles deben ser diferentes, HP demuestra lo dañino que eso puede ser.

La razón es que todas las compañías operan mejor cuando existe claridad en materia administrativa. Y eso ocurre cuando las personas están enteradas de cuál es la dirección y quien la lidera. En HP, los empleados tendrían que haber tenido un solo jefe, el presidente del consejo. Mark Hurd es un respetado veterano en la industria, y contaba con los objetivos estratégicos y con un equipo que estaba motivado.

Pero había otro jefe, Patty Dunn, presidenta de la junta directiva, que se puso en contacto con algunos empleados teniendo su propia agenda y usando recursos de la compañía. Eso significaba que HP estaba controlada por dos líderes, una dinámica que puede causar confusión o, aún peor. Muchos empleados pueden ser proclives a consultar a los directivos para obtener la respuesta que les agrada más. De manera irónica, mientras todo eso ocurría a comienzos del 2006, un respetado servicio de evaluaciones nacionales galardonó a HP otorgándole una de las mejores marcas en la industria de la alta tecnología en relación a la forma en que era gobernada.

Pero la situación en HP era insostenible. La labor de la junta directiva no es micro administrar una compañía. Sus integrantes no tienen el tiempo para estar enterados de todo. Sí, una junta directiva debe contar con un director que la encabece, para organizar a los miembros y crear una voz independiente. Pero ese director no puede servir de alternativa al presidente de la junta. æpermil;sta, unida por el director, tiene un rol principal: debe usar la sabiduría colectiva, el juicio y el sentido común para elegir al presidente de la junta, y proporcionar a la persona desafíos y respaldo. La junta directiva debe decidir si el presidente ejecutivo está proporcionando los resultados requeridos, y si lo está haciendo de la manera correcta. Si así lo hace, debe redoblar su respaldo y si no, debe adoptar la difícil decisión de un cambio.

En HP, poco de eso parece haber funcionado. La junta operaba como una célula rebelde, interfiriendo y formando facciones. Y, al hacerlo, socavó la compañía que debía haber apuntalado. Si hubiese existido un jefe, en la persona del presidente del consejo, además de un director que encabezara la junta directiva, es posible que eso no hubiese ocurrido. Tal ha llegado el momento de que las empresas enfrenten la realidad.

© 2006. Por Jack and Suzy Welch / Distribuido por The New York Times

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