Datos buenos y dudas para el futuro
Los datos del mercado laboral del tercer trimestre han superado las previsiones más optimistas. La tasa de paro ha bajado según la EPA hasta el 8,1%, la mejor desde 1979, y converge con la media europea. La tasa de paro se sitúa por debajo de un dígito por sexto trimestre consecutivo, el desempleo disminuye en los trabajadores de ambos sexos y la tasa de actividad ha alcanzado también un máximo histórico. Todo ello significa que el mercado laboral, dinamizado por la inmigración, mantiene una elevada capacidad para absorber la población que busca empleo. Y augura, como han dejado entrever las autoridades económicas, mayor crecimiento de la economía en el tercer trimestre que el 3,7% del segundo.
Estos datos han llevado al Gobierno a mostrar su satisfacción, desde Madrid a Bruselas, por 'un dato excelente que viene a confirmar el dinamismo de la economía'. El mismo comisario europeo de Asuntos Económicos valoró como 'extraordinario' el dato y aseguró que las posibilidades de crecimiento de España 'se están ampliando' por la capacidad de creación de empleo.
Pero en tiempos de euforia es cuando más frialdad requiere el análisis. Y a éste no se le debe escapar que gran parte de la bajada de la tasa de paro se debe al aumento de la población activa, ya que el número de parados se mantuvo en 1,765 millones, el mismo que hace 12 meses, y a que el empleo ha absorbido en ese periodo el mismo número de trabajadores que todos los nuevos entrantes en el mercado laboral (707.600).
A la vez, y esto plantea dudas de cara al futuro, el aumento de la tasa de actividad se ha ralentizado y, sobre todo, el ritmo de creación de empleo ya no es tan fuerte. Hace un año el empleo crecía al 5,13% (900.000 empleos en 12 meses), y hoy se crean 700.000 empleos a un ritmo del 3,67% (4,22% el trimestre anterior). Dentro de los buenos datos, esta ralentización debe servir para poner los pies en el suelo. Igual que el nuevo repunte de la temporalidad, hasta el 34,59%. Uno de cada dos nuevos empleos es temporal, lo que indica que a la reforma laboral, como ha insinuado el propio ministro de Economía, le falta otra vuelta de tuerca.