Cuidado con los ladrillos
La reunión de la Reserva Federal de mañana estará marcada, una vez que el dato de IPC alejó, de momento, los fantasmas inflacionistas, por dos aspectos interrelacionados. El mercado inmobiliario y la desaceleración económica. No en vano, aunque los economistas lo vean prematuro, los operadores de futuros han empezado hace varias semanas a hacer apuestas por recortes de tipos hacia final de año o principios de 2007.
El mercado inmobiliario es el factor que está menos controlado, en buena medida porque su evolución es incierta y porque la política monetaria tiene efectos, también, inciertos. Es lo que los anglosajones llaman wild card, la baza imprevisible. Además, a medida que otros factores se han ido despejando desde mayo hasta aquí, el tema inmobiliario preocupa cada vez más, lo que le ha convertido en el favorito de los informes de estrategia. Ayer la agencia Bloomberg daba cuenta de que los bonos hipotecarios de menor calificación -los que se refieren a deudas menos solventes- sugieren un notable deterioro del mercado. El índice ABX, que mide el riesgo de impago de este tipo de deudas ha aumentado un 30% desde agosto. Paralelamente, el porcentaje de impagos superiores a 60 días en el mercado hipotecario ha crecido en un mes hasta el 7,23% desde el 5,9%. Es la tasa más alta desde 1998.
El riesgo no es, en sí mismo, que bajen los precios de las casas, sino la habitual correlación existente entre el precio de la vivienda y el consumo de las familias. Así, si el mercado de la vivienda se enfría y los precios bajan, la Reserva Federal no mantendrá los precios bajando el tipo de interés director, pero sí es cierto que un mal momento inmobiliario puede llevar a Bernanke a dejar el dinero barato para, al menos, mantener alta la demanda y mitigar el efecto sobre el crecimiento. Mañana puede dar alguna pista al respecto.