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Secretos de despacho

Respeto a la tradición en la SGAE

æpermil;l, que ha pisado tantos escenarios, ahora pasa la mayor parte de su vida encerrado en un elegante despacho, ubicado en el Palacio Longoria, un edificio modernista obra del discípulo de Gaudí José Graves Riera y que acoge a la sede de la Sociedad General de Autores (SGAE). Eduardo Bautista, de 63 años, se pasea cómodamente por la estancia aunque asegura que el estilo decorativo se asemeja muy poco al que él hubiera elegido. Pero el despacho lo heredó así, 'y tampoco me desagrada especialmente'. Sí dice sentirse cómodo con los retratos de sus predecesores en la institución que él preside ahora y que cuelgan de las cuatro paredes de su despacho. Desde Ruperto Chapí a, Pablo Luna, Jacinto Benavente o Carlos Arniches.

Este canario de Las Palmas hizo honor a su origen liderando un grupo llamado precisamente Los Canarios, que tuvo su protagonismo en los años sesenta. Más tarde, Bautista actuó como productor musical con Camilo Sesto, Luis Eduardo Aute o Rosa León y como compositor para Ana Belén o Miguel Ríos, por ejemplo.

Pero desde hace años se le conoce por liderar los destinos de la SGAE, desde donde ha cosechado grandes simpatías y antipatías, casi en las mismas dosis. Bautista se incorporó a la dirección de la SGAE en 1983, primero como vicepresidente y consejero delegado y, posteriormente como presidente del consejo de dirección. Su puesto de presidente de la SGAE es en realidad un puesto de confianza nombrado directamente por la junta directiva de la entidad de derechos de autor. Y lleva ya una década como inquilino del despacho situado en el primer piso de un magnífico edificio al que se accede por una escalera tan modernista como el resto del inmueble. Bautista asegura llegar a la sede de la SGAE casi antes de que salga el sol. A las 7.15 de la mañana ya se ha tomado su primer café, 'imprescindible para comenzar a trabajar' y se sienta en una gran mesa situada junto a una de las dos ventanas de la estancia rodeado de pilas y pilas de libros, papeles, CD y DVD. A media mañana otro café, esta vez en una famosa cadena de cafeterías que queda a pocos pasos de su despacho.

Buena parte de su trabajo consiste en estar al día, en saber qué están haciendo los autores para los que la entidad trabaja

Buena parte de su trabajo consiste precisamente en estar al día, en saber qué están haciendo los autores para los que la entidad que preside gestiona los ingresos obtenidos de la venta y reproducción de sus obras. La música está siempre presente en su despacho, emitida ahora a través de un moderno i-pod.

A medio día suele tocar comida de trabajo. No le faltan citas. Además de a las que tiene que atender por su cargo de presidente de la SGAE, lo es de la Academia de las Artes y las Ciencias de la Música, de la Sociedad Digital de Autores y Editores (SDAE), es director general de la Fundación Autor, vicepresidente del Grupo Europeo de Sociedades de Autores y Compositores (Gesac), vicepresidente de Latinautor y presidente de la Coalición para la Diversidad Cultural de España, entre otros.

De vuelta al despacho Eduardo Bautista echa un vistazo a su método de catalán. Es una de las actividades que ocupan en la actualidad el tiempo del presidente de la SGAE, que se ha comprometido a aprender este idioma. 'El inglés es obligatorio, y con el catalán tenía una deuda pendiente. Muchos de los músicos que me han acompañado en mi vida artística eran catalanes y me apetecía conocer su idioma en profundidad', explica Bautista que procura, eso sí, no salir demasiado tarde del trabajo. En casa le espera la tarea de ayudar a sus tres hijos con sus estudios. 'Soy padre tardío porque me casé muy tarde'. Bautista asegura además que si durante la semana su familia debe esperar para verle a que termine con sus actividades, el fin de semana es para sus hijos y para su mujer, periodista de profesión. Y a pesar de mostrarse tan familiar en su despacho no hay fotografías ni de sus hijos ni de su esposa. 'Tuve una foto de mi mujer, pero no se qué ocurrió que se rompió y preferí no sustituirla por otra', explica. A las visitas las recibe en un tresillo de la misma piel de las sillas del despacho frente al que se encuentra una mesa de cristal que Eduardo Bautista preferiría cambiar. En las estanterías, premios y trofeos, entre los que destaca una estatuilla del premio Goya.

El Quijote, el mejor código de conducta

Papeles, libros y discos se apilan en el despacho de Eduardo Bautista. El ordenador siempre abierto. Son pequeños detalles que dan vida a este espacio, demasiado convencional, en opinión de su inquilino. 'Yo lo habría decorado de otra manera, con colores pastel, caldero, ocres. Habría puesto un estilo más moderno, pero también se trata de un despacho institucional y como tal se debe respetar'.Entre sus objetos más preciados se encuentra un pequeña escultura, que representa un pentagrama y unas notas musicales, del autor canario César Manrique.En un lugar destacado tiene un fragmento de El Quijote, que habla de los defectos más peligrosos que existen, la soberbia y el rencor, y hace un alegato de la disposición que deben tener las personas para hacer el bien. 'No conozco mejor código de buen gobierno, que diga tantas cosas en un párrafo', comenta Bautista, mientras muestra varios de los libros que tiene en lectura en estos momentos. Entre ellos, recomienda Yo y tú, objetos de lujo, de Vicente Verdú; y Creativity, 'un libro de culto' de Rob Pope.

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