El área única de pagos en la eurozona levanta recelos entre los bancos globales
La relación entre el sector financiero y el área única de pagos para la zona euro (SEPA, en sus siglas en inglés) tiene algo de tormentosa. Aunque la mayoría de las entidades reconoce la oportunidad que representa crear estándares comunitarios para las transferencias, la domiciliación de recibos o los pagos con tarjetas, muchos grandes bancos son reticentes a su implantación, según explica Jordi Oliva, responsable del Deutsche Bank para la adopción del SEPA en España.
'La bancos globales perciben que la zona única de pagos les dejará más expuestos a la competencia y que no se beneficiarán de ella porque ya cuentan con eficientes procedimientos para sus pagos internacionales', comenta Oliva, que lleva meses explicando a responsables de tesorería de las principales empresas españolas las ventajas que supondrá el SEPA.
Presiones de Bruselas
Desde la Comisión Europea se ha instado al sector financiero a que no se duerma en los laureles. Antes de 2008 debe estar preparada la primera fase del proyecto: unificación de los sistemas de transferencias y cheques, junto a las domiciliaciones bancarias y los recibos. La industria bancaria daba por descontado que Bruselas acabaría regulando esta materia 'por directiva', ante los retrasos de la autorregulación pero, el reciente respaldo de los ministros de Finanzas de la zona euro 'a los esfuerzos que supone la puesta en marcha del SEPA', sugieren que la Comisión dejará que los bancos marquen el ritmo de implantación.
Las entidades globales no son las únicas que ven el área única de pagos con reticencias, según explica Jordi Olivas que también estuvo muy involucrado en el proyecto de adopción del euro, hace ya cinco años. 'Hay reguladores muy satisfechos con sus sistemas de pagos nacionales que prefieren mantener el status quo, antes que adoptar los nuevos instrumentos y estándares, que ya están definidos'.