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Secretos de despacho

Tradición en Zarraluqui Abogados

El director de este despacho trabaja rodeado de símbolos y herencias familiares

Arranca la entrevista narrando la importancia que tiene, desde el punto de vista empresarial, un bufete dedicado al Derecho de Familia, sobre todo cuando el 52% de las parejas no sobrevive a los cinco años de relación. Y es sobre todo a la vuelta del verano o de Navidades cuando todo este tipo de procesos se dispara. De ello habla Luis Zarraluqui, abogado madrileño de 46 años, perteneciente a la tercera generación de juristas especializados en esta rama del Derecho. A pesar de no haber sentido ninguna presión familiar, enseguida supo que su destino profesional iba en la misma dirección que sus antecesores. 'Tengo cuatro hermanos y sólo dos somos socios. En este sentido puedo decir que cada uno ha elegido libremente hacia dónde quería dirigir su carrera profesional'.

Dirige desde 1992 Zarraluqui Abogados de Familia, ubicado frente al madrileño parque del Oeste. Trabaja en la planta baja del despacho, y encima, en el primer piso, tiene a su padre, de nombre también Luis. El espacio es amplio, acogedor, elegante y exuda tradición familiar. 'No sigo ningún estilo decorativo, lo que si soy es muy de costumbres y de símbolos. Por eso tengo tantos recuerdos familiares', asegura. Entre esos objetos está el escudo de la familia Zarraluqui, que rescató su abuelo de una casa en Navarra y que el nieto recuperó hace unos años del chalé de la calle de Serrano, donde estuvo ubicado hasta 1987 el despacho. 'Me gusta mantener todas estas cosas, porque nosotros somos una familia unida, a pesar de que pueda dar la sensación de que como nos dedicamos a gestionar divorcios o separaciones estemos en contra. No es así, lo que nosotros buscamos es una solución a un problema', señala Zarraluqui, que asegura que no son conflictivos ni batalladores.

El despacho tiene un amplio ventanal a la calle, pero su inquilino es un ferviente defensor de la luz artificial. 'Pero lo más importante es tener un equipo de gente acogedora. Lo que buscamos es que la relación entre nosotros esté siempre un punto por encima de la cordialidad, sin tener que ser íntimos amigos'. Explica que el trabajo cotidiano en un despacho de abogados requiere de muchas horas y, en ocasiones, de una altas dosis de tensión. 'Pero aquí tiene que ocurrir como en el fútbol, que fuera del partido se tienen que olvidar los malentendidos, y no deben influir en las relaciones', asegura este seguidor del Real Madrid. Luis Zarraluqui tiene la mesa prácticamente empapelada de pegatinas amarillas que le recuerdan algo. 'Tengo que ser muy ordenado sobre todo de cabeza porque en una actividad como la nuestra estamos constantemente peleados con los plazos'. Agrega que el control de todos los casos, cabe señalar que en 2005 entraron 715 nuevos, es fundamental para la buena marcha del negocio. La agenda la tiene abierta con un calendario a la vista de todo el año. 'No tengo ningún margen para la improvisación. Todo está planificado de antemano'.

De su jornada laboral sólo atina a decir muy tímidamente que trabaja demasiadas horas, pero que afortunadamente puede compatibilizar sus funciones en el despacho con su vida familiar. 'Me gusta hacer muchas cosas, esquío en agua y en nieve, viajo, leo, juego con mis hijos, pero sobre todo tengo mucho sentido del humor, lo que hace que todo me compense', señala. Sobre la posibilidad de que una cuarta generación se ocupe de este negocio familiar, asegura que el principal cuidado que hay que tener es no imponer nada a los hijos. Tiene tres y de entrada con el mayor ha roto una de las tradiciones familiares, al ponerle de nombre Alejandro y no Luis como era costumbre. El segundo hijo si lleva ese nombre. 'Así el mayor no se siente presionado ni marcado'.

Explica que el futuro del despacho, que tiene abiertas oficinas en Madrid, Sevilla, Málaga, Valencia y Palma de Mallorca, y tiene previsto abrir en Bilbao, Barcelona, Alicante y Córdoba, no pasa por asociarse con otros despachos de abogados. 'El nuestro es un negocio muy particular'. Y asegura que requiere de profesionales con una alta cualificación y vocación. Es por ello, que tienen en marcha un Máster en Derecho de Familia. 'Necesitamos quitarnos la mala imagen que tenemos'.

Con la mirada del abuelo presente

En un rincón del despacho tiene un retrato de su abuelo Luis, fundador del despacho. 'Todo el mérito es de él, que fue el que comenzó con este negocio. Por eso lo tengo siempre muy presente'. Siguiendo con las tradiciones, que tanto le gustan, también tiene un cuadro de San Luis Beltrán, 'nuestro santo, que celebramos el 10 de octubre'. Y un amplio repertorio de fotografías familiares, desde la abuela, la esposa y los hijos. 'Porque aunque nos dediquemos a los temas de divorcios o separaciones, yo soy un enamorado de la familia, y me gusta estar arropado por ella'.Otro de los recuerdos que más le emocionan es un trozo del muro de Berlín regalo del ex embajador alemán en Madrid Guido Bruner, que se sorteó en uno de los cocidos que organizan los Zarraluqui los primeros viernes de cada mes, y al que asisten empresarios y directivos. También guarda un surtido de maletines de trabajo, perfectamente colocados debajo de una mesa. Y como detalle del carácter conservador que impregna el estilo decorativo de este despacho, cuenta que todavía mantienen intactas todas las togas, con sus bolsas de terciopelo granate, que han usado todos los abogados de esta familia. Lo cuenta como si fuera el tesoro de una herencia.

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