El pura sangre español
En un mundo en el que sólo se habla del dragón chino, el elefante indio y el tucán brasileño, tenemos que empezar a hablar del pura sangre español. Con el precio del petróleo aumentando, con políticas fiscales y monetarias menos expansivas y con la suma del consumo privado y la inversión en construcción creciendo por debajo del conjunto de la demanda interna, la economía española creció en el segundo trimestre un 3,7% anual, su tasa más elevada desde 2001.
La subida de tipos de interés ha surtido su efecto y el consumo privado ha moderado significativamente el último año, a pesar del aumento de la población. Hoy se reúne el Consejo de Gobierno del BCE y esperamos que confirme las expectativas de los inversores y veremos una nueva subida de tipos en octubre, hasta el 3,25%. El euribor año cotiza a 3,60% y anticipa un tipo próximo al 3,75% en 2007, por lo que el servicio de la deuda de las familias seguirá aumentando, pero sin poner en riesgo la estabilidad financiera de las familias.
La construcción mantiene su dinamismo, aunque hay señales en el sector residencial que también anticipan una desaceleración en los próximos trimestres. La inversión en bienes de equipo creció un 9,1% anual, la tasa más elevada desde hace un año, pero la explicación, por el lado de la demanda, está en el sector exterior. La recuperación de nuestros vecinos europeos ha sentado muy bien a nuestras exportaciones. Además, el esfuerzo inversor de los últimos tres años ha dado sus frutos y las empresas españolas recuperan cuota de mercado doméstica y comienza a reducirse la elasticidad de nuestras importaciones. Esto se traduce en una disminución significativa de la contribución negativa del sector exterior que drena 1,1 puntos porcentuales, frente a los 1,8 puntos que drenaba hace un año.
La asombrosa capacidad de absorción de inmigrantes es un indicador del dinamismo de fondo de la economía española
Pero más interesante es analizar la economía española por el lado de la oferta. El sector industrial crece un 2,9%, con un crecimiento de la productividad en este sector del 2,6%, tras hacerlo dos trimestres al 1,5%. Esto ayuda a explicar el buen comportamiento de las exportaciones de bienes y por qué las empresas mantienen su esfuerzo inversor.
No obstante, analizando los datos agregados es difícil entender el brío de nuestro pura sangre. Hay sectores que están sufriendo y reduciendo su capacidad instalada: en el sector textil, en sectores industriales, el turismo de menor calidad, la industria del vino de baja calidad, etcétera. Sin embargo, hay otros que la están incrementando significativamente: banca, industria editorial, turismo de calidad, servicios de ingeniería y arquitectura, inmobiliarias, concesiones internacionales, etcétera.
Además, hay un fenómeno, que se llama inmigración, sin el cual sería imposible explicar lo que está sucediendo en la economía española. Los flujos migratorios también son una consecuencia de lo que hemos denominado globalización. Estamos en el punto más destacado de flujos desde la segunda guerra mundial y España es el segundo país del mundo, después de EE UU, receptor de inmigrantes. La capacidad de nuestra economía para absorber la llegada de inmigrantes es asombrosa. Desde el año 2000, la población activa ha crecido casi un 20%, 3,5 millones de personas, y la tasa de paro ha disminuido cinco puntos, hasta el 8,5%. Esta capacidad de atracción es un indicador sobresaliente del dinamismo de fondo de la economía española.
Algunos agoreros subrayan ciertos aspectos negativos de la inmigración a corto plazo -menor crecimiento de la productividad- y otros anticipan problemas de integración a medio plazo. El inmigrante tarda en adaptarse al puesto de trabajo y su productividad es baja. Al ser su productividad menor, el empresario está dispuesto a pagar menos por sus servicios, por esa razón el crecimiento de los salarios está contenido y la demanda de empleo no modera.
Pero día a día aumenta su destreza, mejora su productividad, sube su salario, se compra un coche, consume ocio, se compra una vivienda, etcétera. Esta es la otra parte de la historia, que ayuda a explicar el fuerte crecimiento de la demanda interna.
Nuestras previsiones para 2007 siguen siendo optimistas, más ahora que el ciclo expansivo europeo se ha consolidado y el precio del petróleo y del gas dan señales de moderación. No tenemos un problema de crecimiento, pero nuestra demanda interna sigue creciendo por encima de nuestro producto potencial y de la demanda interior de nuestros vecinos y el diferencial de inflación no mejora. En este sentido, todas las subidas graduales del BCE son bienvenidas, la política fiscal debe ser neutral y la proximidad de citas electorales no debe frenar el impulso de las reformas estructurales, para adaptar nuestras instituciones al nuevo entorno y eliminar barreras y trabas a la actividad empresarial.
Platón, citando a Heráclito, afirmó: 'Nunca te bañarás en el mismo río, la corriente se encargará de cambiarlo'. En España, la economía es diferente cada día, el fuerte crecimiento de la población, las iniciativas empresariales y la inversión pública y privada se encargan de ello.