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La batalla energética

El consejo de la CNE superó la prueba de fuego

La Comisión aprobó in extremis una resolución que quedó en minoría por la falta de respaldo del ponente.

10 de la mañana del jueves 28 de julio. Cinco meses después de la apertura del expediente para examinar la opa de Eon a Endesa, el consejo de administración de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) iniciaba una reunión decisiva convocada escrupulosamente, según fija su reglamento interno, 48 horas antes. En la sede del organismo en la madrileña calle de Alcalá, un edificio de aire colonial que albergó años atrás el monopolio de tabacos, los nueve miembros del consejo comenzaban a ocupar sus sillones dispuestos a aprobar una resolución de gran trascendencia en el mundo energético.

Por un lado, los consejeros adscritos o nombrados a propuesta del PSOE: Jaime González, Sebastiá Ruscalleda, Jorge Fabra, Luis Albentosa y la presidenta de la institución, Maite Costa. Enfrente, los consejeros nombrados durante el Gobierno del Partido Popular: Fernando Martí, Carmen Fernández Rozado y Javier Peón. La reunión, una prolongación de las que había venido celebrando el consejo en los últimos días, se avecinaba larga y tensa.

Las previsiones no fallaron. El consejo acabó pasadas las 10 de la noche y las dificultades para hallar un consenso en las filas socialistas, por el atrincheramiento del consejero ponente, Jorge Fabra, provocó que, durante minutos eternos rondara la pesadilla de que la larga cruzada de la opa de Eon acabara en silencio administrativo. En otras palabras, la alemana podría adquirir Endesa incondicionalmente por la falta de respuesta de la Comisión.

En la fase matinal de la reunión, en la que se sometieron a votación las tres opciones que la función 14 permite a la CNE (veto a la operación, autorización sin condiciones y autorización con ellas), todo transcurrió sin grandes sobresaltos. Se rechazaron por unanimidad las dos primeras posibilidades, por lo que el consejo apostó por el visto bueno con requisitos.

Máxima tensión

La situación se endureció por la tarde. Al consejo se presentaban dos propuestas, ambas desde el estrado socialista: la que llevaba en solitario el consejero ponente y, una segunda, que elevaban sus otros cuatro compañeros. La propuesta de Fabra, una ponencia que había desatado fuertes críticas fuera y dentro de la Comisión, incluía condiciones muy duras (peregrinas e improcedentes, según otros calificativos) a la operación del grupo alemán.

En la primera votación, Fabra se vio solo con su propuesta (8-0) y dejó en la estacada a los compañeros de adscripción que, al recibir el voto en contra de aquél y el de los miembros del PP, quedaron en minoría (4-5). En el momento de máxima tensión, ante la actitud empecinada de Fabra, los consejeros populares decidieron cerrar filas con los socialistas para evitar la catástrofe del silencio administrativo.

A partir de ahí, la presidenta propuso la presentación in extremis de otras dos propuestas de dictamen que presentarían, respectivamente, dos miembros del PP, y que una vez sometidas a votación resultaría ganadora la que más votos sacase. Este sistema, que se ha utilizado en más de una ocasión en el consejo, fue votado y aceptado por el conjunto de los consejeros, excepto, una vez más, por Fabra.

El resultado de la segunda votación, fue el que se dio a conocer públicamente: cuatro votos a favor de la propuesta presentada por los consejeros del PSOE, sin el apoyo del ponente, que permaneció en su reducto votándose una vez más, a sí mismo. Las dos propuestas de urgencia elaboradas por los miembros del PP fueron respaldadas por sus artífices, que lograron salvar la resolución final y la única de consenso. Es el dictamen con 19 condiciones que fue notificado el viernes.

El irreductible consejero ponente

En la historia de la CNE ningún consejero ponente ni sus propuestas, habían adquirido tanta notoriedad como el del examen de la opa de Eon. Jorge Fabra, encargado por turno de coordinar los trabajos de los servicios técnicos, de hacer observaciones a los mismos y elevar el documento al consejo, ha dedicado dos meses en elaborar, prácticamente en secreto, una propuesta que resultó altamente polémica tras su filtración. Fabra no han encajado las críticas y se ha mantenido firme en su posición irreductible.

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