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Rosa García

'Mi baja maternal ha sido un ejemplo'

El cerebro de la compañía, Steve Ballmer la envió a España hace cuatro años a dirigir Microsoft. Traía dos claros objetivos: españolizar una empresa de marcado carácter global y ser su embajadora ante la sociedad. Ha sido premiada por ello.

Acaba de incorporarse de una baja por maternidad a su puesto de consejera delegada de Microsoft. Rosa García, madrileña de 41 años, contagia, a través de un discurso nada engolado, un juvenil entusiasmo propio de quién cree a pie juntillas en lo que hace. Parte de su euforia puede estar justificada porque la noche anterior a la celebración de esta entrevista, el pasado jueves, había recibido de manos del director general de la Caixa, Isidro Fainé, el premio al directivo del año que anualmente concede la Asociación Española de Directivos (AED).

¿Qué cree que ha valorado el jurado en usted para que le hayan otorgado este premio?

No creo que se deba a una labor mía, si no a un trabajo de todas las personas de esta compañía. La figura del directivo es muy parecida a la de un entrenador de fútbol. Es el encargado de averiguar el talento que existe en el mercado, de formarlos y el que los ayuda a su crecimiento personal y profesional. Los premios siempre son un honor porque supone que alguien te reconoce que dedicamos tiempo a crear riqueza y a mejorar nuestros productos.

¿Algún mérito habrá hecho como ejecutiva?

Creo que he podido contribuir a tener una visión estratégica. Cuando vine de Estados Unidos hace cuatro años, tenía claro que la compañía debía crecer más rápido que el resto de las subsidiarias europeas, y hacer que la empresa que hasta ahora era global se hiciera más española. Me he dedicado a abrir oficinas en distintas comunidades autónomas, con productos en cuatro lenguas nacionales. Hemos creado también cinco centros de I+D, y colaborado con 30 millones de euros para la educación de niños en el entorno rural. Tenía muchísimas ganas de volver de la corporación.

¿Ha cumplido ya todos sus objetivos?

Lo prioritario era españolizar una compañía tan global como Microsoft. Era lo que le faltaba porque tenía un equipo directivo y de profesionales potente. Es lo mejor de la compañía. Está entre las de mayor capitalización bursátil del mundo 240.000 millones de dólares, pero no tiene oficinas propias, no tiene nada, sólo personas. Nuestro éxito radica en atraer al máximo talento. Varios indicadores nos señalan entre los mejores empleadores, y algo debemos de hacer bien para que nos destaquen. Queremos ser unos empleadores excelentes porque el talento es nuestra seña de identidad. Nos preocupamos por atraerlo y retenerlo, por mantener la diversidad, por cuidar la conciliación, y por innovar en la dirección. Cuando llegué a España tuve claro que quería salir al exterior, ser la embajadora de Microsoft aquí.

¿En qué consiste esta tarea?

Durante mucho tiempo, cometimos el error de focalizarnos demasiado en el cliente, no hablábamos con la sociedad civil. El micrófono de la prensa lo habían cogido nuestros competidores, teníamos una imagen fantasmagórica, no contábamos lo que hacíamos. Y decidimos que los mensajes los íbamos a enviar nosotros, y creo que eso ha tenido su repercusión porque hemos mejorado mucho nuestra imagen y ahora se nos ve como una compañía española.

Usted se formó en la sede central de Microsoft y trabajó codo con codo con el consejero delegado, Steve Ballmer, ¿qué aprendió de él?

Si algo aprendí fue la importancia y el respeto a las personas. Estados Unidos tiene unos horarios mucho más lógicos que en España. A las cinco de la tarde no queda nadie en la oficina, todas las reuniones se hacen con agenda. El tiempo que se pasa en la oficina ha de ser productivo. Cuando llegué a España, intenté traerme esa calidad de vida, pero sobre todo me traje algo que aprendí allí, y es la capacidad de soñar. Como responsable de proyectos estratégicos debes saber soñar, porque lo que no se cumple es lo que no se sueña. Yo soñé con ser el número uno, con crecer más del doble que la competencia. Hay que soñar y después marcar el camino para que ese sueño se cumpla.

¿Para usted no hay imposibles?

Hay que intentar conseguir todo lo que uno se propone. Por ejemplo, hemos formado en diez meses a 35.000 inmigrantes, jóvenes y mujeres sin poder adquisitivo. Y te preguntas, cómo consigo tres millones de euros para esto, pero si no te lo propones, no lo consigues.

Conciliación

¿Es muy difícil compaginar la vida personal con el puesto de alto ejecutivo?Hay que saber gestionar el tiempo. Yo entro a trabajar sobre las nueve de la mañana y salgo sobre las siete de la tarde. Después de acostar a mis hijos, trabajo desde casa. Para mí no es difícil compaginar ambas cosas porque tengo un trabajo y una vida personal muy rica, que me hace muy feliz. Ser directivo no te hace ser insensible al resto de las cosas cotidianas.¿Es difícil gestionar una empresa y a la vez disfrutar del permiso de maternidad ?Todo esto depende de si has sabido crear equipos de alto rendimiento, que no necesitan de una revisión del trabajo diaria. Para que todo esto ocurra, tienes que tener unos objetivos claros y haberle dado al equipo las pistas y los consejos necesarios para que puedan desarrollar sus trabajo. Durante la baja maternal, todo el mundo ha sido muy respetuoso, aunque a veces he tenido que venir a la oficina a firmar algún papel. Mi baja maternal ha servido de ejemplo al resto de la empresa, porque se han sentido identificados. Ha sido un acto simbólico y han visto que se puede conciliar perfectamente y a la compañía no le pasa nada. A partir de ahora, cualquier persona puede tomarse libremente el permiso porque, si has marcado previamente las pautas, el trabajo sale adelante. Nadie es insustituible.Antes aconsejaba soñar, ¿alguna vez pensó en dirigir una empresa?De pequeña quería ser maestra, cuando llegué a la universidad quería trabajar en el zoo cuidando mamíferos. Estudié Matemáticas y entré a trabajar en una empresa de informática. Y me enamoré de la tecnología. Después me contrataron en Microsoft y me ofrecieron la oportunidad de irme a la central en Estados Unidos. Nunca he premeditado nada, he ido dónde el corazón me ha llevado. Nunca me han importado los grandes títulos ni el renombre que podía tener esta empresa para mi carrera. Y tuve la suerte de trabajar con Steve Ballmer, el hombre con mayor conocimiento del mundo de los negocios que conozco. De él y de Bill Gates he aprendido un estilo de dirección basado en la pregunta. Se trata de analizar y razonar el trabajo con tu equipo.

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