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Tribuna
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La fusión de las cajas de Andalucía

Cuando se acerca la fecha de las elecciones municipales y quizá autonómicas, aparece en Andalucía, con puntualidad inglesa, el asunto de las fusiones de sus cajas de ahorros. Es un tema bastante manoseado, que parece no interesar ya ni a los propios afectados, pero que lleva en su enunciación una carga negativa dañina para la estabilidad del sector: el modelo actual no vale, es provisional, porque hay que llegar al Edén de la caja única a la que se presenta como el bálsamo de Fierabrás para curar no se sabe qué problemas. Todo menos fortalecer la gestión y dirección de las entidades actuales.

Las cajas de ahorros de Andalucía se incorporaron a la moda de las fusiones de entidades de crédito, que se inició en España a principios de los años noventa del siglo pasado, con motivo de los últimos coletazos de la crisis bancaria y también por la necesidad de saneamiento de algunos problemas, bien es verdad que escasos, en el sector de cajas de ahorros. Andalucía hizo las fusiones correspondientes y de ello resultó la constitución de una caja importante, a relativa distancia de las demás, y la desaparición de las cajas autóctonas en Huelva, Cádiz y Almería. Sin embargo, quedó preterida la fusión de las dos cajas de Sevilla que, desde el punto de vista técnico y financiero, tenía más justificaciones que otras… y más tradición porque llegó a estar aprobada en el año 1971.

Los años transcurridos no han sido cómodos para el sector en Andalucía, hostigado permanentemente con las ocurrencias de algunos responsables políticos y las controversias de todo orden que se dirimían en público. Hasta tal punto ello fue así que se consiguió lo impensable: que una caja importante solicitara el amparo del poder central, que se lo concedió poniéndola bajo el protectorado del Ministerio de Economía y Hacienda. A pesar de esas circunstancias, las cajas andaluzas han avanzado en términos análogos a las del resto de España, lo que dice mucho a favor de sus gestores y clientes.

El contrapunto de lo anterior es que se han producido unas pérdidas de cuota de mercado significativas de las cajas andaluzas en su propia región, en beneficio de otras cajas españolas, especialmente La Caixa, Caja Madrid y Caixa Catalunya, que son las mayores del sector. En el caso de La Caixa es de resaltar que hoy es la segunda caja de Andalucía, con posibilidades ciertas de convertirse en la primera en no muy largo plazo. Desde una perspectiva de unidad y libertad de mercado nada habría que objetar, al fin y al cabo estamos hablando del mismo sector y de la pluralidad y mejora de servicios para los consumidores y empresas; pero eso parece inadmisible para los defensores del neofeudalismo instalado en la política española que en Andalucía llega a la sublimación con su pretendida definición de 'realidad nacional'.

Puede que por eso, o simplemente por razones electorales, la calma recuperada en los dos últimos años, que ha permitido la vuelta al redil autonómico de la caja que huyó de él, se ha visto rota con declaraciones y propósitos sobre nuevas fusiones y la reactivación del objetivo de la caja única. Para quienes valoramos positivamente el sentido de la prudencia y buen gobierno recuperados en la Consejería de Economía de la Junta de Andalucía resulta chocante la aparente vuelta a las andadas y queremos pensar que se trata de una licencia verbal sin mayor trascendencia, al hilo del deseo de acompañar el propósito de la fusión de las dos cajas de Sevilla.

La fusión de las dos cajas de Sevilla que fue la primera planteada en Andalucía ha tenido mala fortuna: bien por razones personales en el primer intento bien por razones partidarias en el segundo nunca se culmina. Mientras tanto, las entidades afectadas se resienten en su quehacer y se ven limitadas en sus proyectos. No obstante, mantienen el tipo y permanecen como las cajas de referencia en la provincia. Pero no es bueno tenerlas sometidas permanentemente a la ducha escocesa de la fusión sí o no. Sobre la conveniencia de la misma está casi todo dicho. Sólo queda, en beneficio de las propias entidades y del sector en su conjunto, encarar la resolución del proyecto si es que verdaderamente está justificada la conclusión del mismo.

Ahora que está tan de moda imitar las propuestas nacionalistas de Cataluña, sería aconsejable imitar el respeto habido hasta el momento, por parte de la Generalitat, hacia las cajas, manteniendo prácticamente intacto el modelo territorial del sector, sin contaminarlo con influencias negativas para la gestión y el arraigo comarcal y provincial de las diferentes cajas que tienen su sede en la región.

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