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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Nokia y Siemens, fusiones en red

La fiebre de fusiones entre los grandes fabricantes de equipos de redes de telecomunicaciones -Alcatel y Lucent, Ericsson y Marconi, y ahora Nokia y Siemens- tiene tres patas. La primera es una respuesta lógica al fenómeno de concentración entre sus clientes, las operadoras telefónicas. Al reducirse éstas en número, a los fabricantes de equipos no les queda más remedio que unirse para eludir el peligro de quedarse sin mercado. La segunda son las exigencias de nuevas prestaciones que plantea la imparable convergencia entre los servicios que dan las operadoras. Telefonía fija, móvil, televisión e internet -lo que en el sector ya se denomina el cuádruple play- componen una suma de nuevos retos. Y la tercera razón es aún más defensiva. Se trata de hacer frente a la pujanza de las compañías asiáticas, como Huawei, que una vez más dan muestras de circular con más agilidad que las occidentales.

Es en este marco en el que se inscribe la fusión de las actividades de infraestructuras y servicios de redes que anunciaron ayer Nokia y Siemens. Ambas crearán una nueva sociedad al 50%, con 15.800 millones de euros facturación, 60.000 empleados y sede en Helsinki, que será el tercer proveedor de redes del ranking mundial, por detrás de Alcatel & Lucent y Ericsson & Marconi.

Aunque sea la última, no se puede decir que Nokia-Siemens haya llegado tarde a la fiesta: los dos grupos anteriores se han constituido en los últimos nueve meses y otras operaciones ya hacen cola. El grupo finlandés y el alemán tienen a su favor haber mostrado en el pasado flexibilidad y capacidad de actuar con otros socios. Ahora deben probar que las sinergias que prometen son posibles. Por lo pronto, las Bolsas han respaldado la unión: Siemens ganó ayer el 6,65% y Nokia el 3%.

La operación refleja un sector de telecos en plena transformación, en el que las redes jugaran un papel todavía más preponderante en el futuro. Pero no oculta una zona gris: costará de 6.000 a 9.000 puestos de trabajo. Es probable que quedarse fuera de juego, sin embargo, cueste más en empleo y deslocalizaciones.

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