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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El doble efecto de la subida de tipos

La subida de tipos de interés aprobada ayer por la autoridad monetaria europea en la sede del Banco de España, 0,25 puntos, hasta el 2,75%, no sorprendió a nadie. Mercados financieros, Gobiernos y agentes económicos contaban ya con un dinero más caro para los próximos meses. De hecho, más hubiera sorprendido haberla evitado, porque evidenciaría más preocupación por el crecimiento económico que por la inflación; o haberla estirado hasta el medio punto, porque afloraría una preocupación desmedida sobre la evolución tendencial de los precios.

Las decisiones de Jean-Claude Trichet no son fáciles. No es sencillo conducir la actividad con la palanca monetaria en una zona geográfica con 12 economías de crecimiento disperso, tempos cíclicos desajustados, sensibilidades políticas diferentes, ejecutorias fiscales divergentes y, en algunos casos, aspiraciones nacionales contradictorias. No es fácil acertar con la medicina única que regule la temperatura a 12 países diferentes.

Por ello, lo que le viene bien ahora a España desagrada a buen seguro a Alemania o a Italia. Pero el Banco Central Europeo (BCE) decide para marcar el ritmo de la actividad en los países de la zona euro como si de uno sólo se tratase. El presidente Trichet justificó la subida por la presión de las tensiones inflacionistas generadas por la energía, pero en una coyuntura en la que el crecimiento se acerca a su potencial espoleado por una liquidez abundante. De hecho, aunque su lenguaje críptico se expone a interpretaciones diversas, las pistas apuntan a nuevas subidas los próximos meses para que la actividad no desate el fantasma inflacionista, y pueda prolongarse lo más lejos posible el ciclo.

Con esta subida son ya tres las que encadena el BCE desde diciembre, y desde luego no deben descartarse otras de similares proporciones hasta fin de año. Teniendo en cuenta que los tipos estaban hace un año en el 2%, las subidas recientes y las venideras no son despreciables. Pero tampoco son trabas definitivas a la actividad. De hecho, podemos seguir hablando todavía de dinero barato, con tipos en los niveles más expansivos de la historia.

En España puede hablarse aún de un escenario demasiado expansivo. Los cálculos del Banco de España sobre el nivel que deberían tener los tipos de interés para ser coherentes con los niveles de demanda y de inflación los sitúan cerca del 5%. Por tanto, este pequeño endurecimiento será bienvenido porque enfriará el crecimiento acelerado e inflacionista de la economía. Otra cuestión es para los españoles, que tienen los niveles de endeudamiento más altos de la historia.

Hoy las hipotecas cuestan una media de casi 60 euros mensuales más que hace un año. Y aunque la historia dice que nunca los hogares protagonizaron una suspensión de pagos y una crisis generalizada, bien podrían contraer el consumo y desacelerar el crecimiento. Por ello, la subida de tipos debe convertirse sobre todo para bancos y particulares en una alerta para mirar con lupa cada hipoteca que se contrata. Y los administradores de la economía deben usar las armas alternativas para hacer el trabajo que la política monetaria no puede hacer. Liberalizar mercados de bienes y servicios y contraer la capacidad de demanda vía fiscal, con gastos e ingresos, son los instrumentos más eficaces.

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