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La opinión del experto

Flexibilidad, sólo con el fútbol

Marisa Cruzado relata cómo la retransmisión de la final de la Copa de Europa consiguió que muchos conciliaran su vida laboral y personal. Al menos ese día muy pocos prolongaron su jornada de trabajo

Una vez más se hizo patente. Eran las seis de la tarde del miércoles 17 de mayo y las calles de Barcelona estaban llenas de gente que caminaba en todas direcciones con camisetas, banderas y bufandas del Barça. Los comercios echaban sus cierres minutos antes de la hora habitual y los colores culé ondeaban en ventanas y balcones. Se acercaba la hora de la final de la Champion League. El Barça y el Arsenal se enfrentaban por el título en París y nadie quería perdérselo. Y de esta forma, el fútbol ha demostrado una vez más que querer es poder.

Una directiva de una pequeña empresa catalana comentaba esa misma mañana en la presentación de la I Edición del Premio Catalunya Empresa Flexible que ese día se batirían todos los récords de productividad porque todo el mundo quería salir a su hora o un poquito antes. Y por supuesto, ante tan magno evento ningún jefe sería capaz de oponerse ni ningún compañero, de poner mala cara.

Hay quien puede alegar que un evento de este tipo se considera de interés nacional. Por esa razón, se retransmitió por La Primera y tuvo una audiencia que en algunos momentos superó el 69% de cuota de pantalla, más de 13 millones de espectadores. Ante este argumento me surgen dudas. ¿Es que no es un tema de interés nacional que la población española esté envejeciendo apresuradamente y que tengamos la tasa de natalidad más baja de Europa? ¿O que se produzca un divorcio cada cuatro minutos? ¿O que se haya disparando el consumo de ansiolíticos de manera alarmante? Seguimos sin considerar un problema de interés nacional que sólo un escaso 13% de las empresas tengan implantadas algunas medidas que favorezcan el equilibrio entre la vida profesional y personal y que en las ciudades más del 50% de sus habitantes con mayores o menores dependientes reconozcan que carecen de tiempo libre.

Debemos conseguir que todos tengamos la posibilidad de elegir cómo queremos vivir la única vida que tenemos

Son muchas las veces que se ha repetido en los últimos meses que estamos entre los países en los que se trabaja más horas y, sin embargo, estamos a la cola en productividad. Pero eso tampoco es un tema de interés nacional. Sí, es cierto que las grandes empresas y las multinacionales llevan ya algunos años trabajando en políticas flexibles y que los partidos políticos, conscientes de la necesidad de que cambien las cosas, han incluido en sus programas medidas que favorezcan el equilibrio. El Gobierno ha puesto en marcha su propio Plan Concilia para funcionarios, en un claro intento de predicar con el ejemplo. Y cada vez surgen más iniciativas orientadas a concienciar a todos los agentes sociales de la necesidad de llevar a cabo un cambio que propicie el que seamos una sociedad mejor. Según la presidenta de CEDE, Pilar Gómez Acebo, en una empresa tipo de un millar de empleados con una edad media de 40 años, se extraen los siguientes datos: por cada empleado hay 1,33 familiares mayores de 65 años; por cada dos empleados, un mayor dependiente y un hijo menor de 10 años y por cada diez empleados un mayor con Alzheimer

Los beneficios de unas políticas más flexibles están claros. Las empresas reducen el absentismo en un 53% y los problemas de ansiedad y depresión en sus empleados en un 62% y un 60%, respectivamente. Además, en el 90% de los casos los empleados reconocen haber aumentado su productividad con estas políticas; el 84% dicen estar más motivados y el 83% reconocen tener un mayor compromiso con su empresa.

La casualidad quiso que viviera la jornada de Liga en Barcelona y a poco que uno fuese observador se daría cuenta de que en la mayor parte de los trabajos cara al público, a las 20 horas, la mayoría los ocupaban mujeres: en la conserjería del hotel, en las cafeterías del aeropuerto, en los puestos de control de acceso a la zona de embarque… Fue un día en el que ellas formaron equipo para que ellos disfrutaran del partido. Es curioso cómo un simple partido de fútbol puede servir para apoyar algo que venimos defendiendo desde algunos foros desde hace tiempo. Que nos queda lo más difícil por hacer: conseguir el cambio social que respalde el hecho de un equilibrio real entre la vida profesional y personal. La necesidad ya está ahí. Según un estudio sobre calidad laboral publicado recientemente por la consultora de servicios profesionales Manpower, es una de las cuestiones mejor valoradas por los trabajadores españoles.

Ese cambio que marque la diferencia frente a una sociedad que es capaz de movilizarse sin complejos por un partido de fútbol, pero ve mal que un hombre quiera pasar más tiempo con su familia. Tenemos que conseguir que cambien las cosas y que todos tengamos de verdad la posibilidad de elegir cómo queremos vivir la única vida que tenemos. Dentro y fuera del trabajo. Una sociedad sana que apueste por la formación, el desarrollo personal, la trayectoria profesional y se preocupe por sus mayores y menores dependientes.

Una sociedad con empresas que apuesten por la calidad de vida de sus empleados. Que vean en las políticas de flexibilidad una herramienta de gestión que repercute positivamente en los beneficios a través de la reducción de la rotación no deseada, del absentismo y del incremento de la motivación y la capacidad de innovación. Con trabajadores responsables que sean capaces de ser productivos y cumplir objetivos en un modelo de gestión por objetivos. Un modelo de sociedad con el que todos salgamos ganando.

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