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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Crecimiento y desequilibrios

Los expertos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) siguen encontrando razones para el optimismo en la economía mundial. Acaban de revisar al alza sus estimaciones para la práctica totalidad de las zonas del mundo. El vigor de Japón y EE UU es el que soporta el peso de la revisión, que se suma a la que ya anunció hace un mes el Fondo Monetario Internacional (FMI). Justo cuando aparecían las primeras dudas acerca de la solidez del crecimiento, con el consiguiente escalofrío en los mercados bursátiles, la institución pone la calma con una mejora de las estimaciones.

Pero la euforia nominal mostrada por la OCDE no debe ocultar la debilidad real cuando se hace un análisis más detallado de la situación. En primer lugar, la institución alerta de un menor crecimiento económico en 2007, con una desaceleración significativa, pues EE UU pasaría de crecer un 3,6% a un 3,1%, mientras Japón, la economía más sorprendentemente dinámica ahora, crecerá sólo un 2,1% frente a un 2,8%.

Llama también la atención sobre los peligros que para el crecimiento global tienen los desequilibrios de EE UU, especialmente el déficit por cuenta corriente, que puede arrastrar al dólar a un movimiento brusco. Y recomienda una nueva subida de tipos de interés ante las tensiones inflacionistas aparecidas, que sirva de ligero freno a la actividad y pueda evitar nuevos ajustes de política monetaria en el próximo ejercicio.

En Europa, a la que alerta de los rebotes en los precios de la vivienda y recomienda decididas reformas de sus mercados laborales, pide lo contrario: un paréntesis en la subida de tipos para consolidar la recuperación que se aprecia ahora. Si la Unión Europea quiere dejar de ser la zona rica con menos desarrollo económico del globo y evitar con su autocomplacencia caminar hacia lo que Rodrigo Rato ha llamado la creciente irrelevancia en el mundo, debe tomar más en serio la recomendación de flexibilizar todos sus mercados y pasar de la literatura a las matemáticas en su voluntarista agenda de Lisboa.

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