El caso Microsoft ante el absurdo
La Comisión Europea considera que Microsoft daña la libre competencia si no publica información sobre Windows que facilite su interoperabilidad con otros sistemas. Según los autores, que defienden la postura de Bruselas, las patentes de software pueden reducir al absurdo este importante caso antimonopolio que desde hoy ve el Tribunal de la UE
El CEO de Microsoft, Steven Ballmer, es un hombre sabio. A finales de marzo hizo unas declaraciones a la revista Forbes acerca del software libre: 'No estoy diciendo que no sea una competencia real. Nos ha hecho actuar rápida y firmemente, manteniendo nuestros precios bajos'. Además Ballmer también es honesto, al menos lo suficientemente honesto, como para admitir que quiere litigar contra el software libre si su compañía no es capaz de resistir la libre competencia; en la misma entrevista comentó: 'Hay expertos que afirman que Linux viola nuestra propiedad intelectual. No voy a hacer comentarios sobre esto. Pero si fuese el caso, por supuesto debemos compartirlo con nuestros accionistas para diseñar una estrategia'.
Desafortunadamente, el señor Ballmer no es tan preciso en su lenguaje como podría serlo: No hay un término legal denominado propiedad intelectual, en ninguna parte del mundo. En su lugar, existen globalmente términos legales como copyright, marcas y patentes de software. No parece que el señor Ballmer se refiera al copyright o a las marcas en estas declaraciones; de hecho, parece que alude a las patentes de software.
Un buen giro, en nuestra opinión, respecto el punto de vista que tenía el fundador de Microsoft, Bill Gates, en 1991: 'Si la gente hubiese entendido cómo se otorgan las patentes cuando la mayoría de ideas de hoy fueron inventadas y patentadas, entonces la industria estaría hoy en día completamente paralizada'. El señor Gates describió otro giro similar en 1994: 'La solución es patentar tanto como podamos. Quien empiece de cero sin patentes se verá forzado a pagar el precio que los gigantes quieran imponer. Y el preció será alto; a las compañías consolidadas les interesa excluir a la futura competencia'.
Siguiendo esta estrategia, Microsoft solicitó -y se le concedieron- miles de patentes en todo el mundo, incluyendo Europa. Pero dado que en Europa todavía no hay una base legal para las patentes de software, Microsoft ha estado presionando intensamente durante los últimos años a favor de crearla. Su objetivo: detener a los usuarios que invierten en su libertad.
Defender las libertades de los usuarios es el objetivo de la Comisión Europea al enfrentarse a Microsoft ante el Tribunal Europeo de Primera Instancia. Muchas empresas, grandes o pequeñas, usan normalmente en sus redes de ordenadores una mezcla de GNU/Linux, Unix y maquinas de Apple por un lado, y Windows por el otro. La comunicación funciona bien dentro de cada uno de esos dos mundos, pero no entre ellos. Entre estos dos mundos, la cooperación prácticamente desaparece; no es debido a las leyes de la naturaleza, sino a que Microsoft no quiere que otros sistemas puedan comprender los métodos de comunicación que utiliza Windows.
De ese modo, el monopolio de Microsoft se basa tanto en el control de máquinas individuales como de redes corporativas. En 2004 la Comisión Europea argumentó que Microsoft dañó la libre competencia en Europa, y solicitó a la compañía que publicase la información de Win-dows que permitiese la interoperabilidad entre sistemas, para, de ese modo, restaurar la libre competencia en el mercado. Esta información para la interoperabilidad es similar a las reglas gramaticales y ortográficas de un lenguaje humano, permite la comunicación. La Free Software Foundation Europe (Fundación Europea para el Software Libre, FSFE por sus siglas en inglés) fue admitida como parte en el proceso, y desde el inicio de dicho proceso, en el año 2001, está apoyando a la Comisión.
Es evidente que el caso aborda mucho más que el simple control de ciertos mercados de software; es acerca del modelo de negocio de la compañía. El 80% del volumen de negocios de la compañía y de sus beneficios dependen de Windows y de la suite Office. ¿Es debido a que los usuarios están contentos con el software de Microsoft? o ¿quizá están demasiado ligados a sus productos, incapaces de liberarse del lazo que les atrapó en un momento de descuido?
Microsoft parece afectada por esta última afirmación, de otro modo no necesitarían intimidar de ese modo a sus clientes y podrían cumplir fácilmente con la legalidad Europea. ¿Qué podría ocurrir a sus acciones si finalmente la Comisión Europea les forzase a publicar la información que permita la interoperabilidad?
¿Y ahora la Comisión Europea quiere que Microsoft renuncie su 'probado' modelo de negocio?, ¡es impensable! La compañía pagará gustosa la máxima multa posible, dos millones de euros diarios, de su insignificante capital porque sus ganancias por cada día de monopolio superan con creces esa cantidad. En cambio, está más preocupada por la mala imagen causada por los medios de comunicación al informar sobre este tema.
Parece ser que el único método para que la compañía cumpla con las reglas del juego es incrementar significativamente la cantidad de las sanciones. Pero, incluso si se fuerza a la compañía a publicar la información en cuestión, Microsoft seguirá intentando preservar su dominio del mercado con la ayuda de Charlie McCreevy, comisario de Mercado Interior de la Unión Europea. McCreevy fue ministro de Finanzas en Irlanda para, posteriormente, unirse a la Comisión de Barroso en sus inicios en el año 2004.
En su nuevo cargo, McCreevy lucha duramente a favor de las patentes de software -argumentando que 'el software como tal' debería ser imposible de patentar incluso en el futuro-. Quizá deberíamos explicar al señor McCreevy que la compañía que más impuestos paga de Irlanda, Microsoft, no está interesada en las patentes de software precisamente por los ratones que fabrica, sino porque la información para la interoperabilidad con Windows está patentada. Con el apoyo de McCreevy, las patentes de software pueden resucitar enmascaradas como 'patente comunitaria'. La consulta pública de la Comisión Europea acerca de la política de la patente europea finalizó el 12 de abril de 2006.
El efecto combinado de la Comisión presionando por un lado con medidas antimonopolio, y por otro lado y al mismo tiempo, legalizando la actual práctica de registrar patentes de software, puede ser autodestructivo. Desearíamos que, al final, la Comisión aplicase con éxito las medidas antimonopolio; no obstante, puede que la libre competencia no se beneficie de ello, ya que la misma Comisión ha impedido 'con éxito' al mercado la oportunidad de usar tecnología relevante, protegida ahora por patentes.