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Comercio

China y EE UU se acercan con recelo

El presidente Hu Jintao cena con Gates, pero espera una fría recepción en Washington

El presidente de Microsoft, Bill Gates, ofreció la noche del martes una cena en honor del presidente chino Hu Jintao en su mansión de Seattle a la que acudieron unos cien empresarios de la región. Gates abrió de par en par las puertas de su hogar al dignatario chino en la primera jornada del viaje oficial, el primero desde su toma de posesión en 2003, que hace a EE UU. La cena se vio precedida por la firma de un contrato de 1.200 millones de dólares en software por un fabricante chino de ordenadores y el compromiso de otros tres para instalar software genuino y no pirata.

A diferencia del hombre más rico de EE UU, el más poderoso (aunque en sus horas más bajas), el presidente George Bush, no va a hacer semejantes honores a Hu. Y eso a pesar de que la visita es histórica y desde Pekín se haya insistido en que esta visita debe ser considerada 'de Estado' como todas las que han hecho sus predecesores.

Pero en Washington han creído más oportuno rebajar el tono al viaje del presidente de un país a través del cual EE UU se da de bruces con la cara más dura de la globalización y al que se singulariza por cerrar su mercado, no proteger la propiedad intelectual, mantener artificialmente bajo el valor de su divisa y complicar así aún más la balanza comercial americana además de rebajar la competitividad de las empresas y plantear más tensiones de demanda en el mercado de la energía.

Bush ha rebajado el tono de la visita del presidente de un país rival y socio comercial

China es el rival de la primera potencia del mundo que más rápido crece y aunque la confrontación no es práctica, las cuestiones que enfrentan a los dos países trascienden el ámbito económico y comercial para abarcar la política de derechos humanos y las relaciones diplomáticas. Para limar asperezas y poco antes de la visita, China hizo saber que reforzará las reformas para que los mercados pesen más en la cotización del yuan, la moneda que EE UU cree que está un 40% infravalorada. La Administración tantea la posibilidad de calificar a esta nación de manipulador de la moneda en su informe semestral de divisas, algo que podría dar lugar a sanciones.

Además dos senadores han patrocinado una ley que impondría una tarifa del 27,5% a los productos chinos si no se deja flotar libremente la divisa y compite en términos que desde Washington se consideren justos.

Pese a que la lista de 'agravios' es larga, los más prácticos saben que no es conveniente para su propia divisa, el dólar, llegar a la confrontación con el segundo mayor prestamista de Estados Unidos tras Japón. En los últimos cinco años China ha duplicado la compra de bonos del Tesoro y tiene el 12% de la deuda en manos de extranjeros, unos 262.000 millones de dólares.

El petróleo marca las distancias

China y Rusia son los países con derecho de veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que más se oponen a las intenciones de EE UU de forzar una sanción del consejo de seguridad de la ONU a Irán por sus aspiraciones nucleares. China, que necesita el petróleo para mantener su crecimiento, está manteniendo una postura muy práctica con respecto a los países productores de crudo y con ello se ha colocado en una posición no sólo de no confrontación con ninguna nación de Oriente Próximo, sino de colaboración. Por lo que se refiere a Irán, Gordon Chang, estudioso de la política de China aseguraba en The Wall Street Journal que el programa nuclear de Irán está avanzado gracias al apoyo de Pekín, cuyos intereses pasan por la explotación de crudo en ese país. En EE UU saben que sin el apoyo de China, Irán no tiene ningún incentivo para desmantelar unas operaciones nucleares que añaden más inestabilidad a la región y al precio del crudo.

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