Una asignatura pendiente
Hace algunas semanas visitaron Madrid dos gestores japoneses que trabajan para un banco de inversión estadounidense. Estos dos expertos estaban realizando un tour por medio mundo para explicar a sus clientes cómo Japón comienza salir de un bache económico de más de una década.
Durante un encuentro con varios periodistas se les preguntó sobre la situación del mercado de salidas a Bolsa en Japón, a lo que contestaron que comienza a repuntar. Cuando se enteraron de que en España en 2005 hubo tan sólo una OPV (operación pública de venta de acciones), la de Corporación Dermoestética, sus caras mostraron sorpresa por no decir estupefacción. No en vano, la Bolsa japonesa, la que está saliendo del bache, acogió más de 150 el ejercicio pasado, a razón de una cada dos días y medio, más o menos.
Mañana es un día especial para la Bolsa española porque comienza cotizar Renta Corporación, en la que es la primera OPV del año. La primera desde que Corporación Dermoestética dio el salto al parqué en junio del año pasado.
La extraordinaria sequía de OPV en la Bolsa española convierte en un acontecimiento excepcional el hecho de que una compañía salga a cotizar, cuando debería tratarse de una práctica, si no rutinaria, sí por lo menos bastante común.
Pero las empresas siguen prefiriendo otras vías de financiación, temerosas aún de que ocurra otra debacle como la del año 2000, y también, por qué no decirlo, con poca gana de tener que abrir sus balances para el escrutinio público y tener que cumplir con las exigencias de información que requiere estar en Bolsa.
Con la salida a Bolsa de Renta Corporación se abre un periodo que se antoja más activo en el mercado primario. Comienzan a sonar nombres para futuras colocaciones como el de Parquesol o la propia Bolsas y Mercados Españoles. Pero en España, a pesar de la modernización de su mercado, hay una asignatura pendiente: convencer a las empresas de las bondades de salir a Bolsa.