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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Viviendas con plenas garantías

La actividad económica que más reclamaciones administrativas y pleitos registra por parte de los consumidores es la construcción de viviendas. Además, la intensidad de las demandas se ha reforzado en los últimos años, en los que las compras se han multiplicado y los precios de las transacciones también. Para componer una idea de la magnitud del problema, basta reseñar que la Administración reconoce que la corrección de los desperfectos o acabados defectuosos en la edificación residencial en España cuesta al año unos 12.000 millones de euros, cantidad que podría elevarse si aflorasen en forma de reclamaciones todas las irregularidades. Esta cantidad supone casi el 10% del valor de la producción de la edificación anual.

Para corregir esta situación en el futuro en un sector que ha soportado buena parte del crecimiento económico de los últimos años, y que afecta de manera directa a casi un millón de familias al año, el Gobierno quiere unificar todos los criterios en un Código Técnico de la Edificación. Hasta ahora los requisitos técnicos en la construcción de edificios estaban dispersos, y en buena parte obsoletos por la aparición de nuevos criterios tecnológicos, energéticos y de diseño, que deben ser incorporados de oficio en el siglo XXI.

Este ejercicio legislativo que se antoja urgente ha pasado de Gobierno a Gobierno, de ministro a ministro, desde el momento justo en que se inició el boom de la vivienda, en torno a 1997. Por el camino, la efervescencia de la actividad inmobiliaria ha tensado más de la cuenta la cuerda en materia de calidad, como consecuencia de la presión de una demanda que quería productos terminados de inmediato, y que eran en parte víctimas de los destajos y la descendente cualificación profesional por la falta de mano de obra.

La unificación de la norma y su aplicación rigurosa puede retrasar y encarecer el producto. Pero no están en juego los beneficios de las compañías, sino el bienestar de los compradores, que pagan precios elevados por casas que no tienen el mismo nivel de calidad.

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